domingo, 24 de abril de 2022

A los nazis les gustan grandes

 



Concretamente, enormes ¿Los tanques? grandes ¿Los cañones ferroviarios? monstruosos ¿Los trenes? que no me quepan en la boca. Perdón, eso último quizá es una traducción demasiado libre del alemán.

Pero vamos a centrarnos en los trenes gordos. Porque Europa no era Estados Unidos y su fetiche guarro con los coches, y la aviación de pasajeros tampoco había pegado el petardazo. Si te querías mover largas distancias por el continente, lo tuyo era el ferrocarril. Y Adolf Hitler lo tenía claro: trenes bien pepinos.

A ver, que no seré yo quien defienda a Hitler, pero algo de razón tenía. Y voy a matizar antes de que se me cancele.

En los años 30, quien partía el bacalao era Gran Bretaña, y Gran Bretaña era un imperio marítimo, con sus transatlánticos y sus buques de carga la hostia de grandes. Así que Alemania, que en el mar era ni fu ni fa, se centró en establecer su imperio continental. ¿Y qué transportaba rápidamente (para los estándares de velocidad de la época) pasajeros y mercancías? El tren.

La web de Renfe sigue usando arquitectura web de los años 30, solo así se explica que se cuelgue cuando más de tres personas navegan por ahí a la vez. 

Así que la conclusión lógica fue “vamos a hacer trenes bien pepinos”. Y así nació el proyecto Breitspurbahn (no me hagáis pronunciarlo, porque de donde no hay no se puede sacar), que básicamente era un hotel sobre raíles. Trenes que tengan que circular por su propia vía de ferrocarril porque eso era anchísimo, como el doble de ancho que un tren normal.

Vagones que medían cuarenta y dos metros de largo, seis metros de anchura y siete metros de altura, llegando el tren entero al medio kilómetro. Para comparar, un AVE moderno tiene una longitud de unos doscientos metros, una anchura de tres metros y una altura de poco más de cuatro metros. Lo cual quiere decir que sería, más o menos, como ocho AVES circulando a la vez.

Un obrero alemán hace el saludo fascista ante el paso del Breitspurbahn.

Ese tamaño tenía sus ventajas. Porque si a mitad de tu viaje Berlín-Budapest te apetecían hacerte unos largos, podías hacerlo porque había un vagón piscina. Y sauna, y cine, y varios bares (dependiendo de la clase del billete) para echarte unas cervezas sabor oktoberfest cualquier día del año. Mover hasta cuatro mil personas en cada viaje por las alegres campiñas de la Magna Germania, que no es moco de pavo.

Y, claro, toda esa gente se tenía que mover con seguridad, así que había que meter armamento a esos monstruos sobre raíles. Un par de ametralladoras gordas antiaéreas y una dotación de soldados que mantuvieran la seguridad del convoy, por si ocurriera “cualquier cosilla” durante el trayecto.

¿Habéis viajado en el vagón de silencio alguna vez? Pues el Breitspurbahn tenía una sala de lectura entera. Vagones dedicados exclusivamente para dormir, para esos trayectos más largos, con espacios de comedor, cocina y sala para picotear entre horas.

Venga, ¡cantad conmigo! "Será maravilloso viajar hasta Mallorca sin necesidad de tomar el barco o el avión..."

Inicialmente se planteaba conectar Vladivostok y la exótica India con la Welthauptstadt Germania. Pero luego se dijo “¿Sabes qué? Esos sitios no son lo suficientemente arios, vamos a viajar solo por la parte buena del mundo” y se limitó el proyecto para los territorios del Lebensraum, como Europa continental o las zonas conquistadas de Ucrania, que iban a ser el granero de la nueva Alemania e iban a estar repletas de colonos que querrían viajar a la gran urbe germánica con regularidad.

Pero cocurrió una cosa que se llama Segunda Guerra Mundial, y los recursos que chupaba el proyecto del Breitspurbahn estaban mejor destinados en otra parte. Dicho de otro modo: se llegó a la conclusión de que era mejor hacer tanques gordos que trenes gordos. Y no se pasó de un par de maquetas grandilocuentes que, en teoría, se iban a llevar a la realidad cuando se terminara la guerra.

Pero la guerra no terminó como pensaban los alemanes. Desde luego, de haberse llevado a cabo, el interráil habría sido bastante más interesante.

También habría sido menos mochilero y más nazi, claro.

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