domingo, 20 de marzo de 2022

Las guerras son de lo mejor



La guerra es una pasada, y mola mogollón. Coger tu fusil, meterte en una trinchera y disparar a todo lo que se mueva hacia ti es un subidón de adrenalina y una sensación maravillosa. La batalla es el crisol en el que se forjan las personalidades y de la que surgen las grandes personas. Dijo nadie nunca.

Y esa visión romantizada de la guerra la tenemos todos.

Los videojuegos son el culpable más evidente al que incriminar. Son un elemento cultural que se consume ampliamente, y que es muy fácil de convertir en la cabeza de turco. Los videojuegos más populares son de disparos, competitivos, en los que solo puede haber un ganador y que refuerzan continuamente tu puntería con estímulos.

En la guerra puedes ser tan molón como estos muchachetes.

¿Has matado a 10 enemigos seguidos sin morir? Aquí tienes un arma más poderosa. ¡Has acabado con todos los adversarios, menuda puntuación has conseguido! Incluso, uno de los juegos a los que más horas he metido, el Hearts of Iron, tiene una mecánica enfocada a la guerra. No puedes hacer mejor tu país de otra forma que no sea la militar, y todas las acciones que puedes hacer van destinadas a ello.

Otros videojuegos, como Call of Duty, te dan un arma y te hacen derrotar tú solo a todo el ejército enemigo, mientras todo explota de forma épica a tu alrededor. Por no hablar de videojuegos desarrollados por el propio ejército, que básicamente sirven para decir “wow, muchacho, eres bueno jugando a esto ¿querrías alistarte en el ejército y matar gente de verdad?”.

Las mejores definiciones de la guerra vienen en las últimas páginas de "Puta guerra", de Tardi.

Pero hay que ser sinceros, e igualmente culpable es la forma en la que se enseña la Historia. Durante toda la carrera me han hablado de batallas que decidieron el curso de la Historia, de imperios que se forjaron en la conquista. Algunos profesores hablaban de las consecuencias económicas y demográficas que suponían esas guerras, pero pocos profesores contaban también las cicatrices que dejaban esas guerras.

Por eso no nos parece normal que la gente no haya superado la Guerra Civil Española, por poner un ejemplo manido, porque ha pasado hace ochenta ¡ochenta! años. Creemos que una guerra se acaba cuando se firma la paz, pero lo cierto es que las ramificaciones de las consecuencias de una guerra persisten en el tiempo. Problemas de alcoholismo, una generación educada con la violencia como respuesta válida, trastornos psicológicos derivados de la guerra… todo eso produce cicatrices más allá de lo tangible, como puede ser la destrucción de la economía, o la ruina de una ciudad.

¡Menudo imperio bonito se nos está quedando!

La guerra también es el drama humano, más allá de la gloria del combate, de las rachas de bajas. La guerra también es el desertor que huye cuando se rompe, un cadáver anónimo tendido bocabajo en tierra de nadie, una anciana que ha perdido a toda su familia, un hospital bombardeado. Por no hablar de la pérdida material que supone la guerra: museos, exposiciones, colecciones… todo pasto de las llamas o de un misil que se desvía trágicamente de su trayectoria y convierte edificios históricos en ruinas históricas.

“Tiempos duros crean hombres duros, que a su vez traen tiempos felices” es una falacia enorme. Tiempos duros crean personas rotas. Que una o dos personas sobresalgan de la norma no es deseable si se cimienta en el sufrimiento de multitudes. La guerra no es limpia, no es divertida. Y sólo los idiotas que no tienen dos dedos de frente se emocionan con la gloria del campo de batalla.

1 comentario:

  1. Tengo dos posibles respuestas a esta entrada:
    La primera es que aborrezco tanto a Putin como a Zelenski, que con sus ínfulas de pretender dejar huella como héroe de su nación, anima a sus compatriotas a morir sabiendo que como persona que ostenta un cargo de poder, seguramente no le ocurra absolutamente nada de nada.

    La segunda respuesta es para expresar que efectivamente todas las guerras son una tragedia... excepto la guerra del emú, esos pájaros del demonio debieron haber sido derrotados, y no me quedaba tranquilo si no lo mencionaba.

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