domingo, 21 de julio de 2019

Los cuatro días de Nápoles




Creo que todos (y cuando digo “todos” me refiero a “todos los lectores que tengo de España”) sabemos lo que ocurrió el dos de mayo de 1808 en Madrid y como el pueblo español se levantó contra el invasor extranjero ¿verdad? No hace falta que me contestéis, he crecido en la misma cultura que vosotros.

Pero, y ahora viene la pregunta trampa, ¿habéis oído hablar de lo que ocurrió en Nápoles a finales de septiembre de 1943? Espero que no, porque para eso estoy yo aquí, y me estaríais quitando el trabajo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Italia no fue lo que se dice excesivamente brillante, razón por la cual se rindió a los Aliados el 8 de Septiembre de 1943. Hitler, después de lanzar un enorme suspiró, procedió a invadir y ocupar militarmente a su antiguo aliado. Total, en eso de invadir ya tenía experiencia acumulada.

Con los Aliados llegando a las playas apenas a 50 kilómetros de distancia, los italianos de Nápoles desertaron como no ha desertado nadie nunca. Los alemanes tomaron el control de facto de la ciudad, declararon el estado de sitio y comenzaron a reprimir a aquellos italianos que se opusieron a la ocupación (que en un primer momento fueron los propios militares que no desertaron y el cuerpo de carabineros).

La rebelión tomó por sorpresa a los alemanes, que no se esperaban que los italianos hicieran cosas.

Además, los alemanes idearon un plan de deportación para que los varones en edad de trabajar fueran deportados para nutrir las fábricas del Reich y, por lo que fuera, no sentó muy bien a la gente de Nápoles. Primero se pidió por las buenas y como nadie se presentó, los accesos a la ciudad fueron bloqueados y se empezó a movilizar forzosamente a todo lo que se movía. Y cuando las calles se vaciaron empezaron a entrar a las casas.

El 27 de septiembre de 1943 los nazis habían reunido a unos ocho mil napolitanos que iban a ser deportados hasta que en distintos barrios de la ciudad empezaron altercados armados que desviaron la atención de los alemanes. Como "Los Miserables" pero con menos canciones y más fusiles máuser. Porque no hay nada como que una bala disparada desde detrás te roce la cabeza para hacer que dejes de mirar al frente.

Un italiano lanza una sfogliatella de hace 3 días. El dulce endurecido es un arma antiblindaje con un +1 en las tiradas de penetración de armadura por cada día que se haya dejado endurecer.

Los insurrectos napolitanos mataron a un oficial en su propio coche. Un teniente del ejército italiano tomó a sangre y fuego la armería del Castillo de San Telmo. Se ocuparon las calles y se tomaron depósitos de armas y cuarteles. En definitiva, se armó una insurrección bastante gorda en pocas horas, sin necesidad de coordinación, porque todo el mundo estaba bastante cabreado y sólo les faltaba la excusa.

Para el 28 de septiembre los revoltosos italianos empezaron a crear sus propios puestos de control a lo largo de la ciudad y a obligar a los alemanes a quedarse en los cuarteles si querían seguridad. Las patrullas eran cercadas y sitiadas hasta que llegaban los blindados o simplemente aniquilados. Y aun así, los vehículos ligeros eran blanco fácil, que un panther no te lo puedes cargar a base de granadas y cócteles molotov, pero camiones, motocicletas y vehículos con blindaje ligero eran dianas fáciles en combate urbano.

Día 2: realiza una insurrección popular a gran escala en la ciudad.

Para el día 29 la situación era de esta forma: en torno a treinta mil personas se estaban oponiendo con bastante fuerza a unos ocho mil alemanes que no sabían qué estaba pasando ni cómo era posible que una política de miedo estuviera enfureciendo a la gente a la que debería atemorizar. Los nazis sacaron los tanques a la calle en una demostración de fuerza.

En un intento de imponer disciplina entre los soldados italianos que dudaban entre no inmiscuirse en los asuntos del Reich u oponerse a la invasión, los alemanes ejecutaron como represalia a la insurrección a tres pilotos italianos en el aeropuerto de Capodichino. La teoría era obvia: sembrar el miedo entre los italianos. Pero lo único que consiguió es que la guarnición italiana entrara en furia como si hubieran visto a los alemanes pisando una estupenda pizza recién horneada. La muerte de los pilotos radicalizó aún más el odio que sentían los napolitanos por los alemanes.

Para el día 30 los alemanes ya estaban evacuando la ciudad mientras los Aliados se habían acercado fácilmente porque los alemanes estaban demasiado entretenidos sofocando la revuelta napolitana. Tras la marcha de los nazis (no sin antes bombardear un poco la ciudad para desquitarse) Antonio Tarsia in Curia se proclamó líder de la ciudad.

Y esa es la primera vez en la historia en la que un profesor de instituto tuvo algún tipo de autoridad.





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