domingo, 27 de enero de 2019

Las Termópilas





La entrada de esta semana llega con un día de retraso, pero al final no porque he acabado esto jugando fuerte y escribiendo rápido. Pero es que he estado ayudando a unos amigos con su mudanza. No es que vosotros seáis menos importantes, es que aún no he tenido constancia de vuestras mudanzas para poder ayudaros.

La semana pasada os hablaba de lo poco que mola Esparta y de lo mucho que la idealizan quienes no tienen ni puta idea. Como los nazis, que mucho le gusta la estética y la dureza idealizada de los espartanos, pero se les olvida aspectos más “delicados” e “incómodos”. Como que la mili en la Grecia Antigua pasaba por señores adultos follándose a muchachitos para enseñarles a madurar.

En Esparta, para ser un ciudadano de pleno derecho hacen falta tener tierras, linaje y haber pasado por un sistema militar muy estricto, que no daba importancia a cosas como la escritura y preferían la supervivencia en el bosque sin ropa ni comida (incluso en invierno). Lo que se traducía en que los espartanos no eran muy dados a la poesía y mucho más inclinados a robar con innecesaria violencia a un pobre desgraciado.

Vaya, vaya, ¿es una formación hoplítica o es que te alegras de verme?

En la vida militar se entraba joven, en torno a los 7 años, y se realizaban combates sagrados periódicos ante el altar de Hera. Junto con otros niños de su edad, tenían que demostrar que podían formar unidades militares. Estas unidades militares se eras digno de estar en una, no se era considerado ciudadano de pleno derecho. Así que en Esparta el número de ciudadanos tendía a reducirse: los requisitos de ascenso y el elevado número de muertes mermaban cada vez más su cantidad. Quiero decir, si eras un aristócrata espartano tenías MUCHAS posibilidades de una muerte violenta.

Por ejemplo, tras la batalla de las Termópilas, el número de ciudadanos quedó reducido a mínimos ridículos, por lo que se elevó de status a hypomeiones (soldados no profesionales) e hilotas. Obviamente esto no gustó a los aristócratas de siempre, que apodaron “neodemodeis” y fueron vistos vieron como arribistas a esta gente. Y hasta aquí la monstruosa introducción.

Menos mal que siempre nos queda Assasins Creed para reconstruir fielmente la Historia.

El tema de las Termópilas, sí, el tema de las Termópilas nació con mucha gracia además en un momento de artee, de... de gracia porque estábamos matando unos hilotas esos espartiatas que habitualmente nos juntábamos todas las tardes, nos contábamos nuestras cosas, tomábamos nuestras copitas… y en ese momento que estábamos matando unos hilotas, pues entraron dos persas y empezaron aaaaa a liar un porro.

El caso es que es el año 480, Jerjes (el rey persa) ataca Grecia, llegando sin muchas dificultades al Paso de la Termópilas (que en realidad es una ratonera glorificada) y en el que prácticamente todo el brazo armado de Esparta fue masacrado. La víspera de la batalla los espartanos la pasaron adornando su pelo (que es en serio, que era una de sus costumbres) lo que sumado al inferior número de tropas que tenían los griegos, hizo que Jerjes iniciara un campeonato de sostener la mirada durante 4 días, esperando que se rindieran sin luchar.

¿Armaduras? no necesitamos de eso.

El estrecho paso suponía una buena zona para defenderse ante un ejército mucho más numeroso. Pero también era una putada si te flanqueaban por un estrecho desfiladero que transcurría paralelo y te atacaban por detrás. El caso es que, aunque el grueso de la fuerza griega logró escapar, alguien tuvo que mantener el tipo y aguantar la línea para que los persas no arrollaran.

-          ¿La “fuerza griega”? pero no eran 300 espartanos – puede que preguntes.
-          Si, bueno, 300 ciudadanos espartanos, 900 soldados no profesionales espartanos, 900 campesinos reclutados a la fuerza, como 3000 soldados de ciudades aliadas de Esparta… - te responderé haciéndome el interesante.
-          Vale, vale, ya lo pillo…

Las Termópilas fue un duro revés para Esparta, que de un plumazo perdió a casi todos sus ciudadanos de derecho. Esparta se vio tan mermada por la batalla de las Termópilas que perdió su puesto como ciudad competidora de Atenas por la hegemonía. Atenas vio una época dorada y florecerá gracias a un sacrificio que caracterizaba a los espartanos, criticado por Heródoto por su escasa flexibilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario