domingo, 13 de enero de 2019

El gordo de rojo alrededor del mundo




Madremia la Navidades. Qué locurote ¿verdad? ¿a que sí?

Espero que hayáis tenido tiempo de jugar mucho con vuestros regalos navideños. Los que hayáis tenido calcetines y ropa como regalo… tenéis mis condolencias. Centrémonos en cosas que nos unen, como haber engordado con las comidas familiares, haber tenido calcetines y ropa como regalo, o no haber encontrado la sorpresa del roscón.

No me gustaría sonar materialista, pero conforme te vas haciendo mayor, los regalos de Navidad descienden tanto en calidad como en cantidad. De ser un niño feliz por sus muchos regalos, pasarás a ser un crio feliz con pocos regalos, luego serás un jovenzano al que regalarán dinero para que se compre lo que quiera y finalmente te convertirás en un adulto responsable que se merece calcetines. Es ley de vida.

No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás. 

Gracias a la globalización ahora tenemos regalos dos días en Navidades: en Papa Noel y en Reyes, cuando nuestros progenitores sólo tenían regalos en el día de Reyes. No hay nada como un segundo día de recibir juguetes para que los niños acepten nuevas costumbres con entusiasmo. Que es lo que ha ocurrido también con Halloween, por ejemplo.

El gordo navideño es universal y querido por todos los habitantes del mundo occidental. Puedes hablar de Papá Noel con cualquier persona y a nadie le extrañará, pero hay otros seres mágicos que traen regalos que también se las traen. No, no os voy a hablar de tres reyes que son magos y que vienen de Oriente para traerte regalos a ti, que vives en un 3º izquierda sin ascensor (que lo de bajar por la chimenea tiene su comprensible encanto, pero un bloque de pisos construido en los años 80, no).

El resto del año Papa Noel se dedica a tentar a niños a que se porten mal (en la imágen, ofreciéndoles cerveza de alta graduación) para evitar manufacturar juguetes.

No voy a hablar de las marcas blancas que tiene Papa Noel, por muy pintorescas que suenen. Y en esos incluyo a San Nicolás, el Abuelo Invierno, el Padre Navidad y todos los tipos afables, gordos y barbudos y que traen regalos a los niños que se han portado bien. Yo os voy a hablar hoy de personajes que dejarían a los Reyes Magos como “lógicos” y “comprensibles” a su lado.

Por proximidad geográfica podríamos hablar del Olentzero, que aunque se trata de un viejecillo afable, poco tiene que ver con el gordo del Polo Norte. Un carbonero desharrapado que vive sólo en el monte y fuma como una chimenea, por mucho que traiga regalos a los niños, no se parece demasiado a Papa Noel.

Los catalanes también tienen una tradición que hace que los extranjeros se queden perplejos: que te traiga los regalos un tronco al que has estado cebando durante días y que tengas que coaccionarle con bastonazos para que te los dé. Amigos míos, bienvenidos al tradicional “Tió de nadal”. Porque un señor que baja por la chimenea a obsequiarte juguetes durante la noche no es lo suficientemente perturbador para los niños catalanes.

Una alegre familia de tiós poco antes de ser brutalmente apaleada por unos niños engorilados por la idea de tener regalos.

En las zonas católicas de Polonia, Chequia y Eslovaquia entra en juego un duro contendiente: el Niño Jesús. Esto es raro en muchos niveles, porque es raro que un recién nacido sea el que manufacture y recorra el mundo dando regalos a los niños que se han portado bien, cuando es incapaz de gatear a una velocidad constante de un kilómetro por hora. Además tus hijos pueden comprender con el tiempo que Papá Noel en realidad son los padres, pero a ver quién es el guapo que les dice que el Niño Jesús son los padres.

La bruja que trae los regalos en Italia y simpáticos los gnomos barbados de Suecia y Noruega palidecen con la mención de quién trae los regalos en Finlandia: Joulupukki, literalmente “Cabra de Navidad” en el galimatías de lenguaje que es el finlandés. Definitivamente, si tengo que elegir entre el paganismo (y que me traiga los regalos una cabra) o el cristianismo (y que los regalos me los haga el Niño Jesús), pues que quieres que te diga.

Por lo menos el Niño Jesús no mordisquea los paquetes.

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