domingo, 4 de noviembre de 2018

El infravalorado Día de Todos los Santos




La Iglesia Católica cristiana tiene un recorrido de dos mil años, lo cual hace que sea un recorrido notable. Aunque si le preguntas a cierta profesora de Historia del Arte que tuve durante la carrera, a lo mejor le pone años de más a la religión. A lo largo de esos dos mil años han pasado cosas muy tochas que todos conocemos: la Inquisición, las Cruzadas, tu comunión…

Bueno, tu comunión a lo mejor no porque seguro que la hiciste por los regalos. Que nos conocemos y aquí todos somos unos cerdos materialistas a los que nos encanta que nos regalen cosas, a mí el primero. Por eso está pegando tan fuerte Halloween respecto al Día de Todos los Santos, porque es "disfrazarte y pedir caramelos" vs. "ir al cementerio a aburrirte en silencio".

Que por cierto, la anécdota a la que me refería un poco más arriba es que la profesora nos estaba  pasando diapositivas y llegamos a la de un sarcófago paleocristiano del siglo VI se quedó pensativa y dijo “lo que no sé es si es del siglo VI antes de Cristo o es del siglo VI después de Cristo”. Efectivamente, era después de Cristo, porque antes de él no existía el cristianismo. Es como preguntar si una comida medieval lleva patatas de guarnición.

San Chivato a Reacción, patrón de los intentos de fuga frustrados de burbujas de Freixenet.

Porque el cristianismo fue muy listo. Se enteró que los paganos celebraban sus cosas en estas fechas y dijo “vamos a aprovecharnos de eso”. Y así surgió el Día de Todos los Santos, una celebración cristiana que aprovechaba lo que había antes de que llegara, un poco como cuando heredabas un libro de texto de tu hermano y te venía con casi todos los ejercicios resueltos.

Hace mucho tiempo ya hablé de la versión pagana de la fiesta (aquí iba a hacer un chiste sobre Mago de Oz, pero ya nadie se acuerda de ellos, así que… ¿para qué?), pero han tenido que pasar años para que me diera cuenta de que no había hablado de la versión cristiana. Y es algo imperdonable.

Resulta que los seguidores de la Iglesia Católica Cristiana primigenia tenían una esperanza de vida bastante pequeña. Otras religiones pequeñas te despreciaban, y el paganismo clásico de Roma te censuraba a lo bruto, con torturas variadas a la par que ingeniosas. Porque una cosa es martirizar a alguien, y otra cosa es martirizar a alguien de forma creativa, dónde va a parar: los martirios creativos mejoran la sinergia y el networking transmedia, fomentando un fair play y otras palabras que les gustan a los modernos de hoy en día mientras beben sus cafés de cinco euros.

El mejor lavado de imagen de Jesucristo hasta la fecha.

En la moral cristiana, esos emprendedores del martirio debían ser recordado, y sus fans se reunían en el lugar en el que había sido martirizado para  recordar sus hazañas. Normalmente los mártires eran procesados en grupo, por eso de aprovechar esfuerzos, así que se juntaban un buen número de seguidores. El caso es que, llegados a un punto, la tasa de mortalidad fue tan grande que las celebraciones se solapaban.

En otras palabras, si querías ser un buen cristiano, se te estaba acumulando el trabajo. Tenías que rezar a toda prisa un par de oraciones en memoria del pobre mártir que había sigo perseguido por su confesión. No podías ir a celebrar San Dionisio de Corinto porque también tenías que celebrar San Dionisio de Alejandría, y eso era como elegir a quien quieres más, si a papá o a mamá. Un follón de proporciones bíblicas. Je.

Diocleciano se tomó bastante en serio eso de perseguir a los cristianos y creó tal número de santos martirizados que pronto se quedaron escasos los 365 del año. Pero había que recordar a esos mártires. Pero no había tiempo. Pero había que homenajear a aquellos que habían dado su vida por su fe. Pero no había espacio.

"¿Crucifixión? ¿En serio? Venga, Diocleciano, que sabes hacer las cosas mejor..." dicho por un mártir cristiano antes de descubrir el I+D necesario para traer leones al Coliseo.

Así que en un alarde ingenio, la Iglesia Católica cristiana creó el “Día de todos los Santos” cada 1 de noviembre. Un día para recordar que algún hombre importante para la Iglesia había pasado a mejor vida. Había que alegrarse de todos ellos porque habían superado el purgatorio y ahora estaban en las verdes praderas del Paraíso. Más adelante se estipuló que el día 2 de noviembre sería el día de los Fieles Difuntos, para aquellos cristianos que habían muerto pero no eran tan importantes como para ser canonizados.

Además, según Wikipedia, el día 1 de noviembre también es el día de santos tan conocidos y amados por todos como San Benigno de Dijon, San Perseverante o Santa Isela. Ah, se me olvidaba: el día 1 de noviembre también es el día mundial de veganismo. Feliciten a todos sus amigos veganos.

Porque están muertos por dentro.

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