Hubo un tiempo en el que todo era más puro y más sencillo.
Un tiempo en el que el pitido de una lucecita roja de la consola de algún lugar
del mundo podía desatar un holocausto nuclear en Berlín (mismamente). Eran
tiempos bellos, era la Guerra Fría.
Y hacía mucho que me había ido de la Historia Contemporánea,
qué demonios.
La Segunda Guerra Mundial se había acabado, dejando buenísimos
videojuegos como los Primeros Call of Duty. Tom Hanks había encontrado a Ryan y
poco más había que hacer. Hasta entonces, Rusia había sido colegui de las demás
potencias mientras Alemania recibía lo suyo porque había sido un niño malo.
Pero cuando Alemania hubo aprendido la lección, Estados Unidos se dio la vuelta
y dijo “chicos, ¿os habéis dado cuenta de que Rusia es un sucio comunista?”.
En ese momento todo el mundo fingió sorpresa (sobre todo Inglaterra,
que había estado boicoteando la Rusia soviética en la guerra civil rusa) y
Stalin se encogió de hombros mientras decía “pues en Yalta y Potsdam poco os
importaba ¿eh?”.
Y de esta forma se dividió el mundo en dos polos de poder
enfrentados entre sí: el bloque comunista y el bloque democrático. Directioners
y Beliebers, pizza con piña y pizza sin piña, Pepsi y Cocacola, Apple y gente
con dos dedos de frente. La rivalidad eterna. La lucha sin final.
El joven Ivan Ivanovich llega en 1945 a Berlín con media botella de vodka y una mochila llena de sueños
Bueno, que me voy por las ramas. Habiendo terminado con la
Segunda Guerra Mundial, había que buscar un nuevo enemigo, EEUU tenía los humos
muy subidos de tono y la URSS (pese a que tenía el área occidental hecha una
pena) tenía ganas de bronca. Ahora sabemos que no ocurrió nada y que la Guerra
Fría siguió siendo “fría” todo el tiempo, pero hubo un par de ocasiones de las
de tirarse de los pelos y ocultarse debajo de la cama.
EEUU había lanzado las bombas atómicas y George Kennan, en
su famoso “Long Telegram” opinaba que había que tener mano dura con los rojos
(dicho de forma algo más elaborada, que para eso era diplomático). La URSS, por
su parte, tenía su relación de amor-odio con China y buena prensa por haber
liberado gran parte de Europa de los nazis, por lo que su esfera de influencia
se estaba expandiendo.
Para contrarrestar la popularidad de los rusos, los
americanos se sacaron de la manga el famoso Plan Marshall, una forma de decir a
Europa “estáis hechos mierda, pero nos importáis”, seguido de la “Doctrina
Truman” la visión del presidente estadounidense Harry S. Truman de lucha entre “pueblos
libres” y “regímenes totalitarios”. Como represalia por los esfuerzos estadounidenses
de reconstrucción de Alemania, Stalin empezó a construir restringir el movimiento entre las dos partes de Berlín para
que todo lo bueno se quedara en la zona en la que debía quedarse para mayor
gloria de Homo Sovieticus.
- ... y me pone una pilsner con la que regar la bratwurst que le he pedido antes.
- Por última vez se lo digo: esto no es una barra de bar. Estamos construyendo el Muro de Berlín, ostias.
Para aunar esfuerzos, los rusos crean la Kominform a finales
de 1948, un organismo para proteger a los países comunistas emergentes de la
agresión capitalista. Aunque en la práctica era un organismo para mantener la
ortodoxia ideológica y purgar a aquellos que se quisieran distanciar de las
políticas que dictaba Moscú y no ocurriera como con Yugoslavia, que rompió con
los dictados de Stalin y se proclamó país comunista pero neutral.
Por su parte, los americanos fundan la OTAN a principios de
1949, que supone la fusión de las zonas de ocupación en las que se había
separado Alemania y fundando la República Federal Alemana. Casi todos los países
de la devastada Europa entran a formar parte de la OTAN para tener alguna
oportunidad de supervivencia si estallaba una Tercera Guerra Mundial y los
rusos venían a comerse a sus hijos. Posteriormente (1954) la URSS pidió entrar
en la OTAN y los americanos aún se están riendo. En 1958 Francia protestó sobre
el poco caso que le hacía la OTAN y se llegó al acuerdo de ayudar a Francia en
Argelia y otros meollos a cambio de que dejara de quejarse. Y básicamente para
eso sirvió la OTAN.
"La OTAN no me hace caso, pues ahora me enfado"- Famosas palabras del General De Gaule, en su intervención en la reunión de la OTAN de 1958.
En 1950 estallaba la Guerra de Corea y ambas superpotencias emplearon
los conflictos en terceros países para medirse las pol… políticas internacionales.
La guerra empezaría con un abrumador avance soviético y un abrumador retroceso soviético
cuando intervino la ayuda internacional, para volver a avanzar un trecho los
comunistas, estancándose cerca del famoso paralelo 38 hasta el final de la
contienda, en 1953. Final de la quest de Corea, todos los participantes pueden
volver a sus países de origen y sumarse 15 puntos de experiencia.
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