Lo que voy a escribir puede que no interese mucho a todos
esos lectores del blog que están más allá del Gran Charco, pero para mí es bastante
importante.
Zaragoza es mi ciudad; a la que, por cierto, estoy muy
unido. No siempre ha sido una ciudad modélica y, desde luego, no siempre ha
tenido respeto por su propio patrimonio. En mi cabeza de historiador no logro
comprender cómo se pueden subordinar los valores del patrimonio cultural a los
del lucro individual. En la época del desarrollismo tardofranquista, numerosos
palacetes modernistas se derribaron para hacer sitio a enormes moles de
hormigón. O la Universidad de la Madalena (para diferenciarla de la actual
Universidad de Zaragoza), una construcción del siglo XVI que se derribó sin
miramientos en el año 1968. Por no hablar del derribo de la Torre Nueva a
finales del siglo XIX, una torre mudéjar inclinada como la de Pisa.
La Torre Nueva: DEP
Pero uno, ingenuamente, querría pensar que los desmanes
caciquiles quedaron atrás cuando llegó el siglo veintiuno. Estábamos en el
futuro, una época en la que había un interés por conservar y restaurar el
patrimonio, para que los hijos de nuestros hijos pudieran disfrutarlo.
Pero me equivocaba, seguimos teniendo una élite a la que
poco le importan las “piedras viejas” porque su vida (y riqueza personal) está
unida al hormigón nuevo. Constructores sin escrúpulos: el tipo de personas que
ponen cuadros en su cuarto de baño para hacerse los entendidos de arte mientras
sus excavadoras nos arrancan el patrimonio público a los ciudadanos.
¿A dónde quiero llegar con esto? Pues recientemente se ha
aprobado un plan para derribar uno de los pocos ejemplos de casa-factoría que
quedan en Europa, fechado en el siglo XIX. Que si, que dicen que van a
conservar la parte bonita del conjunto, pero si no se protege en conjunto
pierde el contexto. Es como si dentro de 500 años se intentara derruir uno de
los últimos casos de “casa del pueblo con piscina” alegando que lo importante
es sólo la casa, que la piscina es prescindible. Lo mismo ocurre con Averly: si
se conserva sólo una parte, no deja de ser “otra” mansión señorial del siglo
pasado.
Averly en todo su romántico y decadente esplendor.
Hablar de los inicios del siglo XX para Zaragoza es
imposible sin mencionar la fundición Averly. Esta industria siderúrgica y
metalúrgica poseía importantes talleres mecánicos en la ciudad, de los que
salió el mobiliario urbano durante décadas y décadas. Desde farolas hasta
fuentes de las plazas y jardines, pasando por monumentos tan conocidos como el
del Justicia de Aragón, el león de Alfonso el Batallador o los chapiteles de El
Pilar.
La fundición participó activamente en la Exposición
hispano-francesa de 1908, celebrada en Zaragoza. Su actividad metalúrgica
estuvo relacionada con exposiciones internacionales de Paris, Londres o El
Cairo. Averly fue en su momento el icono de la modernidad más puntera del
momento.
Averly fue un cauce por el cual entraron nuevas técnicas y
tecnologías a la industria española. No sólo Zaragoza se benefició de su labor
metalúrgica: todo el valle del Ebro, pequeños pueblos incluidos, tienen alguna
muestra de su trabajo en alguna de sus plazas. Industrias ya desaparecidas
encargaban las piezas de maquinaria a la fundición zaragozana. Las piezas para
tender vías de ferrocarril en Aragón fueron creadas en Averly.
Plano de los diferentes usos de la factoría. A modo de curiosidad.
De todo ello se guardaba molde, copia de los planos y
muestra de algunos trabajos. Eso significa que la fundición es un enorme museo
industrial que abarca desde principios de siglo XX hasta nuestros días. En un
país desarrollado, eso significaría el inicio de un proyecto de arqueología
industrial, que podría culminarse con la reconstrucción de maquinaria funcional
del siglo pasado.
Pero España no es un país desarrollado.
España vive de pisos nuevos.
España no respeta su patrimonio histórico porque los constructores
sólo saben mirar para sus bolsillos. De nada sirve conservar un cascarón vacío
y levantar de los escombros bloques de pisos.
Qué más dará que nuestros hijos no sepan nunca apreciar la
relevancia de edificios modernistas. Tendrán enormes moles de hormigón que les
recordarán la época en la que importaba más el lucro que la cultura.
Distinguidos obreros decimonónicos de la fundición.
Para más información:
https://averlypatrimonioindustrial.wordpress.com/ Información sobre la fundición Averly.
http://apudepa.com/ Página web de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés.
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=1628 Página en la Gran Enciclopedia Aragonesa.
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