domingo, 10 de mayo de 2015

Travestismo rural victoriano: las Hijas de Rebeca



La época victoriana. Ese periodo caracterizado por burgueses tomando el té en casas de campo y señoritas que se debaten sobre cuestiones amorosas. Un momento ideal para leer novelas de Dickens, las hermanas Brontë u Oscar Wilde a la deliciosa sombra de un castaño en la verde campiña inglesa. Un momento en el que disfrutar de hombres travestidos de mujeres.

Espera un momento, ¿hombres travestidos de mujeres?

Si, en concreto rudos hombres de campo travestidos de mujeres, concretamente.

Probablemente te choque el concepto de que hombres de pelo en pecho, curtidos labrando durante años, les cogieran los vestidos a sus mujeres y, armados con enormes mazos y hachas, se dedicaran a demoler casetas de peaje con nocturnidad y alevosía. Realmente pintoresco.

Después de leerte la entrada, la típica muchedumbre armada y enfurecida te parecerá poca cosa si no incluye al menos un puñado de hombres travestidos armados con mazos y hachas 

Aunque realmente lo que más me divierte es imaginarme la siguiente escena: un Señor Darcy vuelve de un baile de sociedad, de esos que tanto le gustaban a la gente con pasta de la época, y se encuentra cara a cara con una expedición de viriles mujeres, con vestidos que no son de su talla, en pleno frenesí destructor.

Pero estas cosas no ocurrían por afición. En otras palabras, que los labriegos no cambiaban de sexo por la noche por gusto, el hecho de que se travistieran era para dificultar su identificación. Estos aguerridos luchadores tomaron por nombre las Hijas de Rebeca, en una curiosa forma de enlazar pasajes del a Biblia y protesta agraria  colectiva. Estos pequeños actos de disidencia son la visión más llamativa de algo más grande.

Para ello tenemos que remontarnos al Gales que está a caballo entre 1830 y 1840., una tierra tradicionalmente agraria y las zonas industrializadas muy localizadas en las ciudades. Existían un par de centros industriales ya consolidados, pero la economía galesa estaba fundamentada en el sector primario: agricultura, ganadería y minería.

Si al ver esta sencilla  caseta de peaje victoriana siente deseos de enarbolar algo para destruirla, ya tiene excusa para llevar ropa femenina con la excusa de que "es histórico"

Por ello, una serie de malas cosechas consecutivas y el desplome de los precios al abrirse nuevos mercados, gracias a los avances en transportes que trajo la revolución industrial, dejó al agricultor galés en una situación seriamente comprometida. Dicho de otro modo, si Gales tenía una mala cosecha y sus productos eran malos, se traía grano de otros lugares para satisfacer la demanda haciendo que los productos producidos localmente se quedaran sin mercado.

Puede parecer algo lógico. Pero cuando la economía de tu familia depende de que vendas tus patatas o tu oveja en el mercado, te lo encuentras lleno de trigo estadounidense y nadie te quiere comprar lo que tanto esfuerzo te ha costado sacar de la tierra, te cabreas. Y parece ser que en Gales la forma más acertada de mostrar disconformidad es la de robarle el modelito a tu mujer y salir a derribar los monumentos a la autoridad que eran las casetas de peajes.

Porque esa es otra, las carreteras en esa época funcionaban de otra forma. Gales se caracteriza por su paisaje accidentado, por lo que si querías transitar con tu carro por algo mejor que un camino de cabras, tenías que aflojar la pasta y pagar por el derecho de usar carreteras buenas. Estas carreteras estaban en manos de sociedades que en la teoría usaban el dinero para mantener las carreteras, pero que en la práctica servían para lucrarse a base de bien.

Dos soldados se llevan esposada a un miembro de la banda de las Hijas de Rebeca. Posteriormente se descubriría que se trataba de Assunção dos Mariños, señora portuguesa afincada en la zona

Es normal que los campesinos, que veían como cada día les cobraban por el mero derecho de transitar, odiaran las casetas de peaje. Al estar situadas alejadas de los núcleos urbanos eran objetivos fáciles de atacar en la noche y fueron las que pagaron el pato de tanto descontento con el sistema. Cabe destacar que esta violencia no iba destinada a las personas sino a las propiedades. Más o menos como lo de quemar cajeros, pero con el cajero en mitad de la carretera y no tuviera cámaras.

¿Consiguieron algo las Hijas de Rebeca? Inmediatamente no, pero porque fue un movimiento que no perseguía unas metas concretas, siendo más bien una explosión puntual de descontento. Aun así, las tarifas de los peajes fueron reducidas drásticamente, aunque las casetas fueron reconstruidas, y los motines protagonizados por las Hijas de Rebeca siguen siendo aún hoy uno de los eventos socioeconómicos más importantes de Gales.


Entrado el año 1844 las protestas dejaron de producirse. Quizá fue la voluntad de que las protestas no terminaran derramando sangre. Quizá fue que dichas protestas fueron usadas por grupos criminales para sus propios fines. O quizá simplemente fue que el gobierno inglés terminó llevando el ejército para sofocar las protestas de esas viriles señoras.

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