Pese a
que el gusto por el patriotismo barato y fácil no es una de las cosas que me
caractericen, hoy voy a hablar de uno de esos españoles que están idolatrados
por la derecha política, ignorados por el grueso de la población y odiados por los
hijos de la Pérfida Albión.
Al
igual que otras muchas figuras entre las que destacan Millán Astray, el
Caballero Negro de los Monty Phyton y Mister Potato por su elevado número de
partes removibles, Blas de Lezo era mitad hombre mitad muñones. Si hubiera sido
un personaje de ciencia ficción, seguramente habría sido un ciborg con muy mala
leche, pero en el siglo XVIII alguien tan duro solo podía hacerse marino.
Su
carrera empieza a los doce años, momento en el que se enrola como guardamarina
a las órdenes del conde de Toulouse. En 1707 ya era teniente y tenía una
experiencia increíble en el arte de derrotar a ingleses a costa de la pierna y
ojo izquierdos. En el contexto de la Guerra de Sucesión, bombardeó y participó
en el sitio de Barcelona (que estaba en el bando del Archiduque Carlos), le
alcanzaron en el brazo derecho con un mosquete y, dado que la medicina no
estaba muy avanzada, le inutilizó la articulación.
Blas de Lezo, la única persona a la que ese tipo de peluca no le ablanda en absoluto.
Con 25
años a Blas de Lezo ya le faltaba una pierna, un ojo y tenía inutilizado el
brazo derecho. Pero si algo por algo se caracterizaba Blas de Lezo era por ser un
cabronazo duro, y siguió su carrera militar. Y por ello al finalizar la Guerra
de Sucesión se le recompensó con un barco en estado lamentable y se le destinó
al Caribe por un tiempo. Blas de lezo, vasco tenías que ser.
Volvió
a España para ser destinado a combatir la piratería berberisca en el Mediterráneo.
Y vaya si lo hizo. Durante dos años (1730-1732) estuvo dando fuertote a los
piratas con un arrojo casi suicida y, en contra de toda probabilidad, no perdió
ninguna extremidad en el transcurso. Acabado ese periodo de tiempo, volvió a las
colonias españolas de América como
Teniente General de la Armada.
Y ahora
viene la anécdota que hace que la figura de Blas de Lezo esté en mi top ten de
personajes que merecen una película: La
Guerra de la Oreja de Jenkins.
El
capitán español Juan León Fandiño apresó al pirata inglés Robert Jenkins y como
castigo, le cortó una oreja. Jenkins fue a llorar a la Cámara de los Lores y
ellos planearon un ataque como represalia. Blas de Lezo había asumido la
capitanía de la ciudad de Cartagena de Indias, uno de los puertos españoles más
importantes de ultramar, en 1737 y tuvo mucho que objetar en cuanto a esa expedición
punitiva.
Los
ingleses creían que sería una victoria fácil, que llegarían con sus 186 barcos
y avasallarían a la flota española del Caribe. Y eso ocurrió en Portobello,
ciudad que saquearon, arrasaron y sirvió para envalentonarlos hasta el punto de
acuñar medallas y monedas que arrogantemente se acuñaron para una victoria que
aun no había ocurrido.
Imagen de la moneda que celebra la victoria inglesa en Cartagena de Indias. La pongo para que nos riamos de los ingleses por ser tan bocazas. Y un link a la Wikipedia en inglés para que sea mas dulce.
Y que
nunca ocurrió. Porque nuestro amigo Blas de Lezo, con menos de 3000 soldados hizo
frente a una fuerza que les superaba ocho veces en número. Los ingleses “ablandaron”
las fortificaciones durante días a golpe de cañonazos desde sus barco y, cuando
lo creyeron oportuno, lanzaron un asalto
de infantería de sus famosos casacas rojas. Sin embargo no contaron con que es
fortín que defendía en acceso terrestre a Cartagena de Indias estaba defendido
por Blas de Lezo en persona. Resumiendo la batalla: ingleses 0, Blas 1. Si queréis saber algo más serio sobre la batalla de Cartagena de Indias, os linkeo a una entrada de un compañero que aborda las cosas de forma más académico.
El
único contratiempo que sufrieron las tropas de la monarquía hispánica fue la
muerte de Blas de Lezo. No en la batalla, sino de una forma irónicamente cruel
que hace sonreír de gusto a los consumidores de fish & chips de bombín:
tantos eran los muertos ingleses que fue imposible enterrarlos a tiempo y se
desató una epidemia de peste en la ciudad. Blas de Lezo, con su colección de
secuelas bélicas, decidió dar su colección por terminada al contraer peste y
murió.
Plano de Cartagena de Indias. Porque pone que es de 1735, que si no creería que los puntos negros son cadáveres de ingleses.
Blas de
Lezo puede ser interpretado de muchísimas formas diferentes, como todo evento
histórico. Los sectores rancios del nacionalismo español alabarán su labor manteniendo
la unidad española, como si en el siglo XVIII lucharas por un país y no por una
dinastía real. Los sectores catalanistas resaltarán el episodio del Sitio de Barcelona,
como si la Guerra de Sucesión hubiera sido un conflicto exclusivamente de
catalanes contra españoles.
Frente
a estas interpretaciones quiero romper una lanza a favor de Blas de Lezo.
Prefiero considerarlo alguien que desafió a la prepotencia colonial británica,
alguien que negó un importante puerto del Caribe a los traficantes de esclavos
(en Nueva España estaba prohibida la esclavitud desde el siglo pasado, mientras
que en las colonias británicas no será hasta el siglo XIX). De esta forma el
bueno de Blas de Lezo puede contentar desde al más rancio conservador hasta al
activista antiimperialista.
Y sin
embargo, pocos conocen su historia.
Buen análisis. Hace falta alguien con cojones u ovarios que haga una peli de este medio-hombre. Este señor fue un grande no ya como español sino como ser humano. Lástima acabara muriendo así. Dios le tenga en su gloria, yo, en un pedestal.
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