domingo, 7 de septiembre de 2014

La Ilustración



Bueno, es domingo y ha la normalidad ha vuelto a mi vida en todos los sentidos.

Hoy, siguiendo el temario de Selectividad que me filtraron, toca hablar de la Ilustración. Como seguidor de la posterior corriente cultural conocida como Romanticismo, considero que la Ilustración es poco menos que abominable, pero hagamos de tripas corazón y seamos correctos por el bien de la Humanidad (suspiro).

Echemos un ojo a mis apuntes de Ideas Políticas para ver qúe supone la Ilustración:

La Ilustración creerá que hay un nuevo recorrido posible para el ser humano, asaltará el oscurantismo teológico cristiano y sacudirá la base de las instituciones tradicionales con un escepticismo y racionalismo que sentará las bases del nuevo conocimiento.

Y no contento con ese párrafo de épica narración, añado un poco después:

La filosofía racionalista es radical, pone en cuestión todo lo establecido de raíz y cuestiona cualquier explicación metafísica y al mismo tiempo supone que todo puede ser conocido mediante la racionalización. El ambiente intelectual cree que hay un enorme mundo de avances científicos por descubrir, un ambiente de euforia científica que combate lo impuesto sin demostración y dejando de lado la superstición, las mentiras y lo prejuicios.

WOW - me digo a mi mismo - tus apuntes son tan épicos merecen una película de acción protagonizada por Bruce Willis por lo menos.

Salvaje reunión de ilustrados, se sabe que está en su máxima brutalidad porque sólo hay dos o tres dormidos.

Pero, en cualquier caso, dejemos de lado a Voltaire, Rousseau y sus amigos y centrémonos en España. No por nada, sino porque en selectividad te van a preguntar por España porque todo el resto del mundo no importa. No importa porque no es España y ¿Qué porcentaje será? ¿Un 98% del planeta? ¡Eso no es nada, España vale más!

Pues a lo que íbamos. España no es que estuviera a la cabeza en cuanto a innovación científica se refiere, por lo que la Ilustración entró tarde y mal. El que no hubiera una clase burguesa consolidada (uno de los grandes males que tuvo la España de la modernidad y comienzos de la contemporaneidad) hizo que la población nunca tuviera un clamor por reformas  en el sistema político y cultural.

Además, a la inexistencia de clases medias pujantes hay que sumar las resistencias de sectores eclesiásticos y aristocráticos, que no querían que se les acabara el chollo. La introducción de una nueva mentalidad fue lenta y tortuosa para la España de finales del XVIII. La decadencia política en la que estaba sumido el país tampoco ayudaba mucho y no es que Fernando VI y Carlos III fueran unos revolucionarios antitradicionalistas.

Jovellanos copiando - un óleo que le sacaron en un descuido.

Si, bueno, algunos españoles como Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Aranda, Olavide o Floridablanca destacaron como ilustrados españoles. Pero ya sabéis el refrán: en el país de los ciegos, el tuerto es rey. A pesar de ello, uno tiene cierta simpatía hacia los ilustrados españoles, no porque sean de esta tierra (que también) sino porque elijo el menor de los males (las teorías tradicionalistas de esa época son dignas de relatar a la luz de una hoguera intercaladas entre historias de terror).

¿Y qué hicieron estos señores? Como he dicho el principio, seré romántico pero no les voy a quitar méritos. Los ilustrados criticaron duramente a esos nobles y aristócratas que encontraban “indignos” los trabajos manuales, haciéndoles ver que no había deshonra en trabajar algo, tampoco mucho que para eso ya tenían a los criados y jornaleros, pero lo suficiente como para guardar las apariencias.

Otra de las críticas fue el excesivo peso de los eclesiásticos en la sociedad española, que, para ser sinceros, inundaban toda la geografía con conventos y monasterios. Desde el punto de vista económico, hacía que la mayoría de explotaciones agrícolas estuvieran en manos de la Iglesia y, siendo quien era, se mostraba bastante reacia a innovaciones técnicas.

¿Soy yo o el tío de blanco está haciéndoles cosas impúdicas a los de verde? Y encima es de Goya, que tiene mala rima.

Todo ello se traduce en que España no podía competir en producción con sus países vecinos. Y eso de no tener una economía fuerte inquietaba a esos ilustrados, no en vano de la corriente ilustrada evolucionará luego los primeros liberales del siglo XIX. Muchos de los ilustrados harán duras críticas contra la intervención estatal arbitraria en la economía, que consideran mucho más típica del feudalismo.

Otra de las grandes preocupaciones que tenían eran la educación y la cultura. De la misma forma, con la Iglesia habíamos topado. Solamente la cultura podía sacar al país del retraso que tenía y, una vez más, a la Iglesia no le interesaban los cambios porque ¿si le estaba funcionando, para qué cambiarlo?

En resumidas cuentas, para los ilustrados la hegemonía de la Iglesia tenía que acabar. En su lugar defendían una educación basada en la utilidad y en la práctica, abierta a nuevas creencias e innovaciones científicas y menos basada en el “esto es así porque lo dice Dios”.

Concluyendo, puede que muchos ilustrados fueran unos elitistas de narices, pero hay que agradecerles, aunque sea con la boca pequeña, los avances intelectuales que consiguieron en su época. Sin ser ateos (ni mucho menos) habían logrado acabar con los privilegios eclesiásticos aunque, para lograr un laicismo real, quedaba mucho camino por delante.

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