domingo, 11 de mayo de 2014

Al-Ándalus




Siguiendo con la materia para selectividad, hoy toca hablar de Al-Ándalus.

No hace falta tener la carrera d Historia para saber que Al-Ándalus era el nombre que pusieron los musulmanes al territorio hispano conquistado. Los mismos musulmanes que estuvieron 700 años viviendo en nuestra Península. Desde la conquista de Granada han pasado algo así como 600 años, para que os hagáis a la idea del tiempo que estuvieron dando vueltas por nuestra geografía (y aun así hay algunos se empeñan en seguir diciendo que España ha sido tradicionalmente cristiana).

Los moros (gentilicio evolucionado de aquellas gentes que habitaban la provincia de romana de Mauritania Tingitana, para aquellos que se llevan las manos a la cabeza mientras gritan “racista”) establecieron un emirato independiente de Damasco  (756-929) en las tierras conquistadas. Como de una película de éxito se tratara, los grandes emires vienen en trilogía: Abderramán I (756-788), Abderramán II (822-852) y Abderramán III (912-929) y suponen el inicio, el esplendor y el final del emirato respectivamente.

Por su mirada se puede deducir que a Abderraman III no le impresionas lo más minimo

Abderramán III supone la bisagra entre el emirato y el califato. En 929 sigue en el poder, ya como califa de Córdoba hasta el 961. En esta época es cuando el poder militar de Al-Ándalus se fortalece y aparecen personajes como Almanzor. Sin embargo, los gobernantes se volvieron débiles y el ejército fuerte, los sucesivos califas estaban más interesados en sus ciudades palaciegas de recreo, como Medina Azahara.

En Córdoba se vivió durante un siglo un esplendor cultural y económico sin precedentes. Las ciudades en general tomaron importancia en Al-Ándalus, llenándose de universidades, gremios de traductores y bibliotecas; de hecho, los musulmanes actuaron de trasmisores de los conocimientos de las culturas clásicas del Mediterráneo gracias a estas instituciones. Aunque la religión islámica impregnaba todo, no impidió que grandes matemáticos, astrólogos y médicos destacaran en Al-Ándalus.

El gran intelectual andalusí, Averroes, haciéndose unas pesas para ganar definición... o algo así



Pero el Califato (929-1031) no duró mucho sometido a la voluntad centralista de su capital. Caudillos militares y jefes locales empezaron a desafiar la voluntad de Córdoba y a declarar su independencia, que culminaría en el 1031 con los Reinos de Taifas, porque la combinación de gobernantes débiles y ejército fuerte no suele ser muy buena. Y cuando digo débiles me refiero a que por ejemplo en veinte años se suceden más de diez califas, se saqueó la capital otras tantas y Medina Azahara quedo reducida a escombros, así que haced cuentas.

Y así entramos en el periodo final de Al-Ándalus: las taifas (1031-1492), que realmente son tres periodos diferentes en un proceso de “independencia-conquista-independencia” continuo.

La unidad califal quedó fragmentada en hasta 39 pequeñas taifas que se dedicaban a pegarse entre ellas en una guerra civil (término que en árabe es fitna). Los reinos cristianos aprovecharon la oportunidad para irlas conquistando una a una y tras la conquista de Toledo en 1085 se hizo patente la decadencia del poder andalusí en la Península. Una nueva remesa de musulmanes mucho más ortodoxos en cuanto a religión, los almorávides, cruzaron el Estrecho para ocupar las diferentes ciudades de Al-Ándalus.

Ikea debería comercializar felpudos en los que pusiera "Bienvenido al a taifa independiente de mi casa"

Los habitantes de dichas ciudades se rebelaron contra el nuevo sistema impuesto por los almorávides y comenzaron los Segundos Reinos de Taifas. Llegaron los almohades en el 1145 y les pasó lo mismo que a los almorávides. Muy bien al principio pero luego no supieron conservarse en el poder ni contar con la cooperación de la población. La decadencia almohade fue patente con la batalla de las Navas de Tolosa, allá por el 1212.

Cuando las hostias estuvieron dadas sólo quedaba el Reino nazarí de Granada, que duró hasta finales del siglo XV, como testigo de la hegemonía musulmana en la Península.   Puede que la religión hubiera cambiado, pero la cultura musulmana nos había dejado regadíos y nuevos cultivos (cítricos, arroz, algodón, azafrán). Tras ocho siglos de convivencia la huella en el vocabulario español actual es igualmente grande a la arquitectónica. Y para aquellos que no lo sepáis, estamos hablando de edificios bastante grandes como la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.

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