Siguiendo con la materia para selectividad, hoy toca hablar de Al-Ándalus.
No hace falta tener la carrera d Historia para saber
que Al-Ándalus era el nombre que pusieron los musulmanes al territorio hispano
conquistado. Los mismos musulmanes que estuvieron 700 años viviendo en nuestra
Península. Desde la conquista de Granada han pasado algo así como 600 años,
para que os hagáis a la idea del tiempo que estuvieron dando vueltas por
nuestra geografía (y aun así hay algunos se empeñan en seguir diciendo que
España ha sido tradicionalmente cristiana).
Los moros (gentilicio evolucionado de aquellas gentes
que habitaban la provincia de romana de Mauritania Tingitana, para aquellos que
se llevan las manos a la cabeza mientras gritan “racista”) establecieron un emirato
independiente de Damasco (756-929) en
las tierras conquistadas. Como de una película de éxito se tratara, los grandes
emires vienen en trilogía: Abderramán I (756-788),
Abderramán II (822-852) y Abderramán III (912-929) y
suponen el inicio, el esplendor y el final del emirato respectivamente.
Por su mirada se puede deducir que a Abderraman III no le impresionas lo más minimo
Abderramán III supone la bisagra entre el
emirato y el califato. En 929 sigue en el poder, ya como califa de Córdoba hasta
el 961. En esta época es cuando el poder militar de Al-Ándalus se fortalece y aparecen personajes
como Almanzor. Sin embargo, los gobernantes se volvieron débiles y el ejército
fuerte, los sucesivos califas estaban más interesados en sus ciudades
palaciegas de recreo, como Medina Azahara.
En Córdoba se vivió durante un siglo un esplendor
cultural y económico sin precedentes. Las ciudades en general tomaron
importancia en Al-Ándalus, llenándose de
universidades, gremios de traductores y bibliotecas; de hecho, los musulmanes
actuaron de trasmisores de los conocimientos de las culturas clásicas del
Mediterráneo gracias a estas instituciones. Aunque la religión islámica
impregnaba todo, no impidió que grandes matemáticos, astrólogos y médicos
destacaran en Al-Ándalus.
El gran intelectual andalusí, Averroes, haciéndose unas pesas para ganar definición... o algo así
Pero el Califato (929-1031) no duró mucho sometido a
la voluntad centralista de su capital. Caudillos militares y jefes locales empezaron
a desafiar la voluntad de Córdoba y a declarar su independencia, que culminaría
en el 1031 con los Reinos de Taifas, porque la combinación de gobernantes
débiles y ejército fuerte no suele ser muy buena. Y cuando digo débiles me
refiero a que por ejemplo en veinte años se suceden más de diez califas, se
saqueó la capital otras tantas y Medina Azahara quedo reducida a escombros, así
que haced cuentas.
Y así entramos en el periodo final de Al-Ándalus: las
taifas (1031-1492), que realmente son tres periodos diferentes en un proceso de
“independencia-conquista-independencia” continuo.
La unidad califal quedó fragmentada en hasta 39
pequeñas taifas que se dedicaban a pegarse entre ellas en una guerra civil (término
que en árabe es fitna). Los reinos
cristianos aprovecharon la oportunidad para irlas conquistando una a una y tras
la conquista de Toledo en 1085 se hizo patente la decadencia del poder andalusí
en la Península. Una nueva remesa de musulmanes mucho más ortodoxos en cuanto a
religión, los almorávides, cruzaron el Estrecho para ocupar las diferentes
ciudades de Al-Ándalus.
Ikea debería comercializar felpudos en los que pusiera "Bienvenido al a taifa independiente de mi casa"
Los habitantes de dichas ciudades se rebelaron contra el
nuevo sistema impuesto por los almorávides y comenzaron los Segundos Reinos de
Taifas. Llegaron los almohades en el 1145 y les pasó lo mismo que a los
almorávides. Muy bien al principio pero luego no supieron conservarse en el
poder ni contar con la cooperación de la población. La decadencia almohade fue
patente con la batalla de las Navas de Tolosa, allá por el 1212.
Cuando las hostias estuvieron dadas sólo quedaba el
Reino nazarí de Granada, que duró hasta finales del siglo XV, como testigo de
la hegemonía musulmana en la Península. Puede que la religión hubiera cambiado, pero
la cultura musulmana nos había dejado regadíos y nuevos
cultivos (cítricos, arroz, algodón, azafrán). Tras ocho siglos de convivencia la
huella en el vocabulario español actual es igualmente grande a la
arquitectónica. Y para aquellos que no lo sepáis, estamos hablando de edificios
bastante grandes como la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la
Aljafería de Zaragoza.
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