Eurovisión: ese concurso musical que cada año aparece en mi televisión
sin que me lo haya propuesto. Es más, aparece en mi televisión sin que yo mismo
sepa cómo ni cuándo ha llegado a ella. Va en serio, no sé que es Eurovisión
hasta que mi madre o mi hermana, fascinadas, se ponen a verlo: entonces es
cuando pienso “anda, ¿ya ha pasado un año?”.
Gracias a la laca utilizada en ese tupé, el agujero de la capa de ozono es un 236% más grande. Un abrazo, Moldavia.
Hace años, cuando Europa estaba sumida en una gris posguerra
de la que no se veía el final, a un iluminado se le ocurrió unir a los países (que
hasta hace dos días se habían estado pegando de hostias con la mano abierta) en un concurso musical. Inicialmente no digo
que los países se lo tomaran en serio y enviaran a cantantes competentes pero, en
pongamos por ejemplo cuarenta años, lo que antes era considerado un mecanismo
de cohesión y competición sana entre los países europeos empezó a ser visto
cada vez mas como uno de los legados casposos de la Guerra Fría.
¿Hodor?
Si, de la Guerra Fría. ¿Es que nunca os habéis preguntado
que hacen países como Israel, Turquía o Marruecos? Esos países eran del bloque
bueno y, aunque no pertenecieran geográficamente, se les dejaba competir con
los otros países del bloque bueno. Y hasta 1994, tres años después de que los
comunistas se disolvieran, no se les permitió entrar con goteo a los países del
extinto Pacto de Varsovia.
Hoy en día es curiosa la diferencia entre países que
compiten. Por un lado tenemos a los países que tradicionalmente están en la
Unión Europea, que son veteranos de este concurso y que normalmente envían músicos
de tercera o cuarta fila a que hagan el ridículo ante toda Europa y se vuelvan
para casa. Por otro lado están los que acaban de entrar en el concurso o los
que no están siquiera en la UE, estos países envían normalmente a músicos competentes
con la ilusión de ganar el concurso algún año.
Los integrantes de "El sueño de Morfeo" antes de Eurovisión., que para ellos ha sido la "pesadilla de Morfeo"
Eurovisión, hoy por hoy se ha convertido en un concurso pop-pasteloso
que parece añora la década de los 80, un concurso en el que todo es políticamente
correcto y en el que las canciones tienen que ir sobre amor, felicidad o
cualquier cosa positiva que te haga sentir bien como europeo. Mirad como nos gustan
los géneros musicales convencionales y lo aceptado por las personas de bien.
Y es que ¿alguien se toma en serio Eurovisión hoy en día? ¿Realmente
deberíamos seguir haciendo todo esto? Los países votan a sus vecinos o a sus amiguitos
del alma en una especie de lengüetazos en el culo recíprocos en los que poco
suele importar la calidad de la canción. Lo cual quiere decir que España, que
ha acabado penúltima, no tiene amigos. Pero, hey, por lo menos no somos
Irlanda.
La tonadilla que los turistas alemanes cantarán alegremente este verano en nuestras costas, irónicamente griega
La buena noticia es que faltan 364 días para que la televisión
me recuerde que hay algunas personas que nacen sin talento musical pero se les
da una oportunidad de que hagan el ridículo en la Vieja Europa.
Y si necesitáis un esquema que os lo deje bien claro, aquí lo tenéis:
Kurt Cobain debe de estar removiéndose en su tumba con la versión que le hicieron
ResponderEliminar