domingo, 12 de mayo de 2013

Caturday update


Es de todos conocido que internet ha sido creado por y para gatos. Los gatos tienen algo especial que los hace agradables al ser humano a pesar de que tener un carácter más voluble que el de un perro. Lo sabemos nosotros y lo sabía hace 5000 años la cultura egipcia: el gato mola.

Egipto era considerado el “granero de la Antigüedad” por muchas civilizaciones: romanos y griegos, sin ir más lejos, compraban trigo en los puertos egipcios para llevarlo a sus metrópolis (que eran deficitarias de este cereal básico). Y ya se sabe que donde hay y se almacenan grandes cantidades de comida aparecen roedores. Los primeros felinos llegarían atraídos a los asentamientos humanos en busca de esa abundante caza de roedores suculentos.

No es de extrañar que los sufridos y esforzados agricultores consideraran a los gatos como un animal enviado por los dioses y elevados a un status semidivino: eran los protectores del hogar frente a serpientes, roedores y, en un plano más esotérico, los malos espíritus. Cuando el gato familiar moría era momificado como un miembro más de la familia (como así atestigua la necrópolis felina de Bubastis).


Egipto: lo que ocurre cuando los amantes de los gatos toman el poder


Pese al pretendido monopolio egipcio del gato (que era considerado un tesoro de los dioses concedido al pueblo egipcio en exclusiva) se piensa que los fenicios se hicieron finalmente con ellos y pudieron introducirlos en el Egeo. Minoicos y micénicos en sus palacios y graneros tuvieron a estos preciosos animales guardando las cosechas. Felinos de mayor tamaño, como los leones, flanqueaban sus puertas para guardarlas. Posteriormente, en la Grecia Clásica al gato se le consideraría animal totémico de la diosa Artemisa. Según la leyenda creado por la diosa para satirizar la creación de Apolo: el león.



Los gatos griegos si que eran Aristoi-gatos. Vale, ha sido una broma pésima, lo reconozco.

Posiblemente esos fenicios fueron los que presentaron al gato doméstico a los etruscos (los cuales tenían unos cánones de belleza muy asiáticos) y a su vez, al ser conquistados, absorbidos por los romanos. De esta forma los romanos empezaron a sustituir a los hurones empleados para erradicar a los roedores por los gatos. Las ventajas eran evidentes: el gato era mucho menos agresivo con los humanos, más dócil y solía quedarse en torno a los asentamientos. Con la expansión del Imperio Romano el gato se extendería por toda Europa, por  Oriente se obvia que ya se había extendido. Aunque no será tan representado como en Egipto, el gato en Roma será valorado:  Carl Van Vechten, en la página 214 de su libro The Tiger in the House, hablará de una mujer pompeyana que murió protegiendo a su gato entre sus brazos.

El mosaico era para los romanos lo que el bacon es para nosotros: pega con todo y nunca tienes suficiente

Con la llegada del cristianismo el gato lo tuvo un poco crudo. Mientras que las religiones politeístas como la romana y la griega creían que todos los seres vivos tenían espíritu, los cristianos opinaban que solo el hombre (excluyendo a la mujer) tenía alma y por lo tanto podía poseer espíritu. Quizá por el fenómeno de la oposición el cristianismo identificó a los gatos con el demonio (¡esos paganos egipcios los adoraban como a dioses!) y empezó a rechazarlos. Sin embargo el gato pasó a un segundo plano en las representaciones, pasando a los discretos márgenes de los libros y gozando de la simpatía de personas como Gertrudis de Nivelles, patrona de los gatos, jardineros y viajeros y protectora contra los roedores.

Estremecedoras imágenes patrocinadas por su scriptorium® más cercano

En la mitología nórdica, Freyja cabalga sobre un carro tirado por gatos (presumiblemente gatos de bosque noruegos, que son enormes y terriblemente peludos). Freyja, la diosa asociada al amor, la belleza, la guerra y la muerte, encaja perfectamente con la personalidad temperamental de los gatos. Debe ser un auténtico espectáculo ver como Freyja, liderando a las valkirias en medio de una batalla, se lleva a las almas de los más terribles guerreros en un carro tirados por gatos.  Odín tiene a los cuervos como animal totémico, Heimdall tiene un caballo, Thor tiene un carro tirado por cabras y Freyr tiene un jabalí, pero ninguno puede compararse a un gato nórdico.

Una mezcla entre Papá Noel y la loca de los gatos aderezada con sabor vikingo.


Algo mejor le fue al gato con la llegada del Renacimiento. El abandono de la superstición y la entrada en razón de la mayoría de la población ayudó a que el gato dejara de ser considerado un emisario del Diablo para ser considerado una mascota más. Los aristócratas bajomedivales procuraban que sus hijos tuvieran un gato siempre en la habitación para protegerlos de molestas plagas.  

Incluso Da Vinci sucumbió a los encantos de los gatos

Con la llegada de la modernidad el gato se afianzó como animal de compañía. Numerosas representaciones de escenas domésticas empezaron a tener gatos escondidos por los rincones o acurrucados frente al fuego. Ese gato que había sido divinizado hace miles de años y perseguido hace unos cientos ahora estaba en los hogares de muchas personas, no ya en su eterna búsqueda de ratones, sino como mero animal de compañía.



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