lunes, 8 de abril de 2013

La Gran Guerra (vol. V)




Interludio bélico I: ¿Por qué nunca habrá un videojuego realista de la Primera Guerra Mundial?
Imagina un juego en el que tu misión es capturar una ciudad enemiga en el plazo de cuatro años y que resulte imposible.

Ningún videojuego puede recrear la impresión de ver un tanque por primera vez, ni la mortalidad de un ataque de gas

Imagina un juego en el que no puede mover tropas sin que sean brutalmente eliminadas por las tropas enemigas.

Un juego de la Gran Guerra sería imposible de crear, en el que el único recurso sean los propios soldados y que derroches miles y miles de recursos en cada asalto. Imagina un juego en el que el objetivo es esperar sentado a que se abra otro frente y se debilite la posición de tus enemigos mientras ellos esperan lo mismo. 

Y por supuesto manteniendo un costoso ejercito que amenace con arruinar el país.

Imagina un juego que es imposible ganar

Interludio bélico II: El caballero de los mares
Os hablare de Heinrich von Nostitz und Jánckendorff es una de las personas a las que más admiro. De verdad, sin ironías.

Heinrich von Nostitz und Jánckendorff, para que le pongáis cara.

Es la prueba de que la guerra no solo puede sacar lo peor del ser humano. Comandante de submarino, capitaneaba un  U-Kreuzer (una bestia parda con muchísima autonomía) ¿y qué hizo este buen hombre para ganarse mi respeto personal? Pues avisar a os barcos que iban a torpedear y cuando la tripulación estaba a salvo dentro del submarino como “prisioneros” hundirlo. Luego podían “liberar” a los “prisioneros en la costa más cercana o avisar por radio a sus compatriotas para que los fueran a recoger.

El sistema era el mismo: cañonazos al aire como intimidación, subía un grupo de marineros alemanes a parlamentar, hacían a todos los tripulante enemigos prisioneros y se los subían al submarino (o los ponían en las barcas de salvamento) y posteriormente hundían el barco aliado.

El oficial alemán subió al puente y extendió la mano. Ciertamente era una forma peculiar de capturar un barco, pero parecía amigable y yo se la estreché. Aunque aun me aguardaban algunas sorpresas cuando comentó en un excelente inglés "siento hacerle esto, capitán, pero asi es la guerra. Saque a sus hombres lo mas rápidamente que sea posible. Vamos a hundir su barco". Parecía disculparse por capturarme y me dió la impresión de que estaba avergonzado de haber tomado solo un carguero pequeño en vez de un transporte.

Heinrich vos Nostitz es la prueba que se puede llegar a infundir el pánico entre los enemigos sin dejar de ser caballeroso. En todos casos los marineros capturados entablaban amistad con los alemanes, compartiendo su comida, bebida y ocio como iguales.

Interludio bélico III: Farina
No me refiero a la farina que se suele ver en Callejeros, me refiero al culmen de la ingeniería italiana.

Los italianos son famosos en el mundo entero por tener un sentido del estilo más que correcto. Sin embargo las armaduras Farina (llamada así porque estaba fabricada en el taller del ingeniero Ferruccio Farina) eran, en el mejor de los casos, insoportables para el portador.

Os propongo que antes de mirar más abajo, hagáis el esfuerzo imaginativo: Un soldado con un cubo en la cabeza y una plancha de metal que le cubre las costillas y que encima lleva hombreras de metal a juego. Las imágenes os dejaran sin palabras, de verdad.




Como podéis ver era una especie de equipamiento de rugby con un cubo para la cabeza. Todo en un práctico y ligero acero de hasta medio centímetro de grosor.

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