La siguiente historia bien podría ser el prólogo de la
famosa saga que cuyo argumento gira en torno a desmadres y alcohol. A los guionistas
de la saga les recomiendo encarecidamente que hagan “Resacón en Mallorca” a la
de ya, con toreros en traje de luces, sevillanas y alemanes borrachos con
bermudas, gorros de paja y chancletas con calcetines blancos. Pero dejemos esta
digresión para ir a lo que vamos:
Para la historia que
viene a continuación nos tenemos que remontar a la Grecia Clásica. La Grecia
del Partenón, de los piques entre Atenas y Esparta como si de los pueblos de Valdetocinos de Arriba y Valdetocinos de Abajo se tratara y
quisieran ver quien tiene la verbena de fiestas mejor. Es la mejor y más fiel
metáfora que se me ocurre para describir la rivalidad entre esas dos polis.
Así que os voy a hablar hoy de Alcibíades.
Si es que tiene carica de buena persona y todo
Alcibíades era un ciudadano ateniense de pleno derecho respetado.
Gran orador, estadista y prometedor general militar, tuvo una gran actuación
allá por los finales del s. V a.C. en las primeras fases de la Guerra del
Peloponeso. Alcibíades era el marido que todo ateniense quería para su hijo.
Perdón, quería decir hija, HIJA.
Pero esa meteórica carrera política (unida intrínsecamente a
la carrera militar) plagada de populismos le buscó la enemistad de un grueso
sector de la población aristócrata, que sospechaban que quería usar su
popularidad para instaurar una tiranía en Atenas. Los arcontes atenienses
debieron montar una autentica fiesta de la espuma a base de echarla por sus
bocas cuando se le encomendó al bueno de Alcibíades comandar la flota ateniense
para socorrer a la ciudad Siciliana de Segesta.
¿Y que tiene esto que ver con el alcohol? Pues bien, la
víspera de la expedición, Alcibíades se emborrachó y junto con un grupo de
marineros se dedicaron a castrar las estatuas de Hermes que encontraron a su
paso. Y Atenas estaba plagada de Hermas
con sus penes enhiestos en todos los cruces de calles, a veces con 3 o 4 caras
con sus correspondientes penes señalando acusadores al viajero.
El subtitulo del grabado reza "Alcibíades borracho interrumpe el simposio". Saquen conclusiones sobre problemas de alcoholismo
Digresión again:
estas estatuas se interpretan como una forma de marcar las calles (que en
Atenas no tenían ni nombre ni número) y como un lugar donde realizar ofrendas a
nivel de barrio. El pene, además de la obvia connotación de poderío y
masculinidad, era comúnmente asociado con la fertilidad y la producción, así
que poner un pollón en la puerta de tu casa no solo se consideraba de buen
gusto sino que además te proporcionaba status religioso y bonus a tu suerte
porque estabas complaciendo a los dioses.
El caso es que en esa noche etílica, por la obra de Alcibíades
o de alguno de sus marineros, aparecieron todas las estatuas profanadas con los
penes cortados. De la misma forma que
esos falos de mármol fueron cercenados fue cercenada la carrera de Alcibíades,
al que los sectores más mojigatos sentenciaron a muerte por sacrilegio al haber
atentado contra los dioses.
Como no podía ser de otra forma, el bueno de Alcibíades se
refugió de estas acusaciones en los enemigos naturales de Atenas, los masculinos
espartanos (a los que supongo que les encantarían todo esos penes de mármol, y
no lo digo yo, la dudosa sexualidad de los espartanos la corroboran autores
clásicos como Aristófanes).
Una fiesta no es una fiesta si no incluye la castración masiva de estatuas sagradas
(por cierto, es Alcibíades sin barba)
Alcibíades tendría una vida por delante llena de
controversia y seria exiliado repetidas veces (su lealtad paso por Atenas - Esparta - Atenas (otra vez) - Persia hasta su muerte en el 404 a.C. a manos
de agentes espartanos en Frigia. Los espartanos, sabiendo lo formidable
guerrero que era no quisieron enfrentarse a él y se limitaron a quemar su casa
con él dentro y cuando intentó escapar de las llamas fue acribillado a
flechazos. Una parrillada (en una especie de proto-horno pirolítico) de pinchitos siempre facilita las cosas que
tienen que ver con matar.
Creo que me retracto de lo dicho, no lo quiero para mi hija, Alcibíades era un pieza.
No quería despedirme sin mostraros el nuevo modelo de Herma: el Herma Abracitos Cariñosos®
Buen post! Me has hecho reír y aprender por igual :p
ResponderEliminarMuchas gracias ;)
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