O al menos eso es lo que dicen cada año en el Heraldo los
carlistas aragoneses. Ese cinco de marzo de 1838 y enmarcado en la Primera
Guerra Carlista (si, a los españoles nos va el rollo “guerra civil” y matarnos
entre nosotros desde incluso antes del 1936) los habitantes de la ciudad del Ebro liaron la del pulpo en cada calle y en cada casa.
La ciudad de Zaragoza, con una guarnición isabelina
simbólica, se creía presa fácil de los casi tres mil soldados de Juan Cabañero.
No era una conquista, solo una operación de saqueo y destrucción para sembrar
el miedo en la retaguardia isabelina, una operación para desbaratar el punto
seguro al que se iban a replegar en caso de retirada las tropas liberales.
Isabel II de España y I de Mordor. Con aspirantes al trono de tanta belleza interior comprendo a los carlistas
Los pobres carlistas ni llegaron al centro de la ciudad: los
ciudadanos zaragozanos salieron a la calle con palos y cuchillos de cocina con
la mala ostia que caracteriza a la gente que tiene que soportar el cierzo
azotando la cara todos los días cada vez que sale al descubierto. El resultado
fue que los carlistas se retiraron vergonzosamente ante el ataque de una muchedumbre
mal armada con aperos de labranza, armas de caza, agua hirviendo y maceteros
volando desde los balcones.
Carlistas huyendo de la batalla como un francés cualquiera en 1808
Después de esta muestra de mala leche y cojonazos toreros no
quedó más remedio que ponerle “5 de marzo” a una calle y darle el título de “siempre
heroica” a la ciudad de Zaragoza en el periodo isabelino. Es curioso como
durante la dictadura de Franco se cambió
el nombre de la calle por el de Requeté (nombre que se daba a los soldados carlistas) Aragonés en un nada sutil intento de
compensación a esos pobres hombres que perdieron en el ataque más chapucero que
ha tenido la ciudad de Zaragoza. Con la transición volvió a su nombre original, pero vuestro abuelos aun se acordarán de la calle Requeté Aragonés, seguro.
Angry Carlist Seal of Disappoval
No hay comentarios:
Publicar un comentario