domingo, 18 de noviembre de 2012

Entrada seria y académica aleatoria




Sé que la siguiente entrada no va a gustar a muchos amigos pero es una opinión personal que puede mostrarse equivocada o no con el tiempo. Con ustedes las seis palabras que van a desencadenar la pérdida de amistad en la carrera:

LA HISTORIA NO ES UNA CIENCIA.

Si querido lector, que no te engañen esos proyectos de modernista con complejo de inferioridad que miran con envidia a las ciencias “puras”.

¿Qué por qué digo esto? Pues porque muchos profesores, convertidos en cruzados de la Ilustración, predican desde su púlpito las bonanzas de la “ciencia histórica”. Defienden con autentico fanatismo sus ideas, solo les falta enviar a los que discrepan con ellos a la hoguera para ser verdaderos inquisidores. No daré nombres, los referidos ya se enterarán y darán por aludidos mientras expulsan espuma por la boca, mismo orificio en el que le chirriarán los dientes de manera (al menos para mí) graciosísima.




Pero esto no es un j’accuse, esto es una excusa para  dar mi opinión y defender la anticiencia. Y es que la historia NUNCA será una ciencia. La ciencia se ocupa de verdades absolutas, de verdades demostrables, se trata de un estudio con pizarra en la que los hechos se comportan exactamente igual sobre el verde oscuro que a la hora de su aplicación práctica (y si no es así es porque alguien se ha equivocado en el camino). La gravedad es 9,81 m/s2 y se puede demostrar mediante formulas. Pitágoras puede ayudar con su a2 + b2 = c2  a calcular hipotenusas y catetos.
La cantidad de gatos de mi blog no alcanzaba la mínima para estar en internet, de esta ingeniosa forma lo arreglo

Sin embargo, ¿a quién se le ocurriría ser un historiador de pizarra? Porque ahí están los científicos de bata blanca: físicos teóricos, químicos expertos en hacer enlaces con tiza, matemáticos… todos ellos expertos en algo que solo existe en nuestras imaginaciones (y si alguien lo niega, es porque probablemente haya visto un siete en estado salvaje). La Historia es como la poesía o la escultura: tiene un atractivo innegable y una belleza para las almas sensibles, pero no se puede comparar con la dura y aséptica ciencia.

Ciencia, ¿qué monstruos has creado?

“Pero la Historia tiene un método científico” podréis contestarme. No os lo niego, la Historia tiene un método científico teórico, sin embargo ese método requiere la interpretación de un historiador y cuando entra en juego ese factor humano es cuando la cagamos porque es cuando se cae en el subjetivismo. La Historia no es algo perfecto, la historia se mueve entre hipótesis humanas, más cercanas o alejadas de la realidad, mas fantasiosas o mas realistas dependiendo de las fuentes que dispongamos, pero hipótesis al fin y al cabo.

Pongamos una analogía. Si la ciencia es una esfera de cristal lisa, perfecta y clara; la Historia es una esfera de nieve, parecida a la anterior desde lejos pero de cerca se notan las irregularidades y es fácilmente deformable por cualquiera.



Pero he de decir que de la misma forma que a una madre le llena de orgullo el cutre cenicero de arcilla que le trae por el Día de la Madre su hijo porque ha sido hecho con la máxima ilusión, a mi me llena de orgullo muchas hipótesis históricas. Han trabajado duro y han hecho lo que han podido con los datos que han tenido, desplegando todo su intelecto en buscar sentido a cosas que aparentemente carecen de él (y si no se encuentra lógica a algo, se le cataloga como “finalidad ritual” y punto).

Y es que las pequeñas imperfecciones son las que hacen humana a la Historia, diferenciándola de la fría e impersonal ciencia y haciéndola, a mis ojos, única y perfecta.




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