lunes, 18 de noviembre de 2013

1934: el año que los mineros asturianos se cabrearon



Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República en medio de una aclamación popular similar a la de las fiestas patronales de cualquier pueblo, nadie iba a pensar que tres años después llegaría un intento de revolución por parte de la izquierda (anarquistas en su mayor parte). Al gobierno republicano provisional inicial le sucedieron dos años de gobierno progresista y luego, en unas nuevas elecciones, ganó la derecha por dos años más.

La cosa es más complicada de lo que parece así que me permitiréis ponerme un poco brasas. Durante el bienio progresista se había llevado a cabo una serie de medidas que separaban al Estado de la Iglesia. También se había acometido un tema que llevaba lastrando a la sociedad española desde el final de la feudalización: el reparto desigual de la tierra. Ante esos dos temas la postura del bienio progresista era clara, acabar con los privilegios sociales de la Iglesia y repartir las tierras de los grandes terratenientes entre los jornaleros.

La derecha por supuesto no estaba de acuerdo con estas reformas, por eso la CEDA pactó con el Partido Republicano Radical (que de radical sólo tenía el nombre) y poco a poco fue desplazando o absorbiendo a los republicanos hacia la derecha accidentalista (los que decían que la república estaba bien, pero que si había otro sistema no le iban a hacer ascos, vamos).

Un mapa ilustrativo. Los mapas siempre hacen bonito. Ponga más mapas en su vida. Espacio patrocinado por la Asociación de Cartógrafos Españoles.

Cuando a principios de octubre del 1934 era evidente que el gobierno del Partido Radical había sido disuelto y “usurpado” por los cedistas, un amplio sector político se lo tomó con evidente preocupación: ¡en el gobierno estaba un partido que no defendía la República! ¡Podían reinstaurar el sistema de la Restauración o entregar el gobierno a golpista militares como Sanjurjo!

Ante este escándalo, los socialistas (PSOE y UGT) lanzaron una huelga general para manifestar su descontento. A ella se adhirieron luego los anarquistas (CNT-FAI) y comunistas (PCE). Digamos que la huelga se les fue de las manos y empezaron los discursos revolucionarios sobre acabar con el estado burgués. Se asaltaron los ayuntamientos, hubo enfrentamientos armados con la guardia civil y Cataluña aprovechó para autoproclamarse como “Estado Federado Catalán”.

El general Sanjurjo. Partidario de un régimen alternativo a la República y golpista frustrado

En Asturias los proletarios aun dieron un paso más. Los mineros, armados con dinamita formaron la cabeza de puente que asentaría la efímera República Socialista Asturiana. En sus manos cayeron, a parte de numerosos cartuchos de dinamita, las producciones de varias fábricas de armas; haciendo de estos obreros organizados y armados un auténtico quebradero de cabeza para el gobierno central.

La República, en manos de la CEDA, lo tuvo bien claro: había que emplear mano dura. Y para emplear la mano dura ¿qué mejor que traer de vuelta a la Península a un par de batallones de soldados veteranos de África? Si, de esos que se coleccionaban cabezas de los enemigos muertos.

No parecen muy peligrosos ¿verdad? pues ahora imagínate que te lanzan cartuchos de dinamita como quien escupe huesos de oliva

En definitiva, en octubre de 1934 hubo una huelga revolucionaria que se fue de las manos a los convocantes: lo que era una muestra de fuerza y desagrado se convirtió en una revolución con todas las de la ley. La respuesta del gobierno fue enviar a los más cafres de los cafres, que llevaron una represión brutal a sangre y fuego.

La revolución sirvió para hacer aun más patente las diferencias sociales, animando a la izquierda a radicalizarse ante las injusticias. Para la derecha, el ejército se convirtió en una herramienta lícita que usar en caso de que la unidad de España peligrara. Se configuraron en los discursos políticos las ideas de “patriota” y de “anti-español”. Es muy fácil hacer Historia a posteriori, pero se podría decir que se había librado la primera batalla de la Guerra Civil Española, ¿eh, César Vidal y Pío Moa?


Rebaño columna de mineros detenidos, con perro pastor y todo.

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