lunes, 29 de julio de 2013

Octavio Augusto: ese hombre (Vol. II)


Desde el 34 a.C. Octaviano lleva a cabo una campaña de desprestigio de la figura de Marco Antonio, se presentaba a un Marco Antonio que quería poner al servicio de una monarquía extranjera (la dinastía de los Ptolomeos) los territorios de la República Romana. Se ve que a Octaviano las alianzas no le impiden traicionar a sus aliados cuando ya no le eran útiles.

La caída en desgracia de Marco Antonio tras la batalla de Actium (31 a.C.) se hace patente y acaba suicidándose. Octaviano mantuvo la administración tradicional para poder presentarse como un sucesor legítimo de los Ptolomeos, dinastía de la que se apoderó de sus tesoros haciéndose inmensamente rico. Se convertía así en el hombre más rico de toda la República y único triunviro superviviente.

Escultura que inmortaliza el momento en el que Augusto dijo "Y ahora te me calmas un poquito ¿eh?"

En el año 28 a.C. se declaró el fin de las guerras civiles (que él mismo había provocado). Al año siguiente devuelve todos los poderes, provincias y legiones al Senado, que previamente había depurado y en el que había introducido a sus partidarios, acto por el que se le concedió el laurel (símbolo de la victoria) y en un acto de suma hipocresía, dado que había iniciado sangrientas proscripciones y guerras civiles, la corona cívica, que se otorgaba al haber salvado la vida de ciudadanos romanos. Es como si ahora le dieran el Nobel de la Paz por su labor social a un asesino en serie.

En esta segunda etapa, ya consolidado en el poder, es cuando recibe el título de Augusto dada su virtud, justicia y piedad. Este título no se había dado nunca a un ser humano dado que su significado, “por encima de los hombres”, sólo podía relacionarse con las divinidades. En consecuencia, el inicial Cayo Octaviano cambiaba una vez más de nombre para ser Imperator Iulio Caesar Augusto. De esta forma, Augusto estaba situado dentro del sistema republicano pero por encima de él. Tenía a su voluntad todos los instrumentos militares, civiles y religiosos, a pesar de que oficialmente como político solamente era cónsul.

Octavio llegó a ser tan popular que lo inmortalizaron en numerosos tazos

El ordenamiento tradicional republicano se mantenía en apariencia, pero desprovisto de poder en la realidad. Tanto Senado como los comicios y magistrados habían ido paulatinamente perdiendo su peso en la sociedad romana para ser meros títulos honorarios que no podían hacer sombra al verdadero poder del Príncipe. Los nuevos oficios creados por el Príncipe se sobrepondrían a las antiguas magistraturas pero sin llegarlas a eliminar, creando un doble ordenamiento jurídico e impidiendo así las acusaciones de estar originando un nuevo régimen ajeno al tradicional ordenamiento republicano. Los nuevos oficios permitían a sus partidarios acceder a puestos relevantes  tanto en Roma como en las provincias.

En perspectiva, Augusto se comportó como un dictador. Intentó mostrarse como defensor de la plebe y llevó a cabo numerosos actos para ganarse su favor (tanto con servicios gratuitos, como con mejoras urbanísticas). Las justificaciones al régimen están recogidas en las Res Gestae, en las que además explica en qué consiste el régimen y como debe de ser dirigido por sus sucesores. El Princeps mostraba una falsa modestia, rechazando el poder que le ofrecían (Recusatio Honorum) pero estableciéndose como un ser humano superior a los demás, un ser excepcional que humildemente rechaza el poder que le ofrecen para evitar caer en la tiranía.

Augusto recién salido de la ducha y con la toalla en la cabeza aún.

En definitiva, Augusto hizo gala de un carácter que habría hecho salivar a Maquiavelo. Con una falsa modestia apartaba sus derechos mientras por detrás intentaba hacerse más poderoso, todo ello poniendo cara de bueno y haciendo como que esas decisiones eran necesarias pero no le gustaban. En pocas palabras, imaginad a la persona menos humilde, repelente y ostiable que conocéis ¿lo habéis hecho ya? Ahora ponedle una túnica… voila, ya tenéis una imagen mental de Augusto mucho más fiel de lo que la epigrafía nos cuenta…

…y sin embargo admiro a ese truhán embaucador…



Estatua que representa a Augusto de fiesta, como puede deducirse del vaso de tubo que sostiene en la mano izquierda


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