martes, 14 de diciembre de 2021

Lo del Brexit



Ayer estaba ocupado y no pude escribir a tiempo, pero mira, es que me he dado cuenta que si dejaba de escribir esta entrada os ibais a pegar un mes entero sin saber si sigo vivo o no, y eso no se puede tolerar. Por mucho espíritu navideño y toda la pesca que quieras, no se puede tolerar. Así que bienvenidos a esta entrada un lunes.

Hasta ahora no me había importado que los ingleses hicieran cosas de ingleses. Hasta ahora, que he querido comprar miniaturas para autorregalármelas por Navidad. Y el informarme sobre los posibles recargos en concepto de importación me hace decir para mi mismo “putos ingleses” cada vez que miraba los catálogos de miniaturas.

El Reino Unido siempre ha estado al lado de Europa, pero nunca ha estado realmente dentro de Europa. Le ha gustado estar en Europa en cuanto a voz y voto, pero los ingleses siempre han sido muy suyos en cuanto a personalidad, y nunca les ha gustado que desde el continente les dijeran lo que podían o no podían hacer. Dicho de otra forma: mandar, bien, pero obedecer, mal.

El Brexit: un resumen. 

Por poner un ejemplo, el Reino Unido no admitió el sistema métrico decimal, ya ampliamente aceptado en el resto del mundo, hasta que no entró en la Comunidad Económica Europea en 1973. Incluso entonces dejó la adopción del sistema métrico de forma voluntaria y paulatina, y solo se puede dar por matada a la bicha del sistema imperial en el año 2000. Ojo con eso, que fue casi ayer en términos históricos.

Y, desde 1973, Inglaterra ha estado jugando con el “o se hace lo que yo digo o me marcho ¿eh?” de una forma bastante infantil, jugando con negociar pero con sus condiciones y exigencias (a lo que la UE le dijo "jaja sí, seguro, crack"). Y digo Inglaterra porque Escocia o Irlanda del Norte tienen amplios sectores que ponen los ojos en blanco cada vez que un inglés es puesto de ejemplo de diplomacia y buenos modales.

La propia moneda que usaban era un desastre para los que se llevan mal con las matemáticas. Cada Libra esterlina la formaban 20 chelines, cada uno de los cuales a se dividía en 12 peniques, lo que hacía que 240 peniques fueran una libra, y complicaba mucho el cálculo para pasar a decimal. Una pesadilla terrible para cualquiera que, como yo, no le gusta complicarse la vida con números.

Gracias Lizarán, por tan esta magnífica explicación sobre el Brexit.

El caso es que en Reino Unido se vendió el salir del marcado común como una forma de paliar la crisis financiera. Que los extranjeros estaban lastrando la economía del país, y que nada mejor que cerrar fronteras y ser autosuficientes. Lo que pasa es lo que los españoles de la posguerra ya saben: que la autarquía funciona regular, más aun en un mercado globalizado.

Estos meses se han caracterizado por un suministro insuficiente de importaciones, lo que ha fomentado el ingenio inglés para inventarse excusas. Que si un temporal, que si mala gestión de la logística de los vecinos, que si el resto de Europa también esta mal, que si esto se arregla poniendo al ejército a hacer de camioneros… el caso es echar la culpa a los otros y no asumir sus cagadas. Al no estar en el mercado común europeo, ahora tienen que pagar aduanas, lo que ha hecho descender las exportaciones porque gente como yo no tiene ganas de pagar gastos de importación por comprar miniaturas.

Si el desabastecimiento sigue por este camino, guardo la secreta esperanza de poder intercambiar pimientos y patatas por miniaturas Citadel.

¿Por qué os hablo yo de esto esta semana? Pues porque esto es ya un hecho histórico. No sólo porque llevan desde 2016 dando el coñazo con el "ahora me voy, ahora no, ahora me voy a no ser que me deis tal cosa... oh, he cambiado de opinión y ahora sí que me voy" hasta la náusea. También porque han conseguido así que nadie se los tome en serio y piense "ah, bueno, ya están otra vez los ingleses siendo unos cansinos" y quedando como unos lloricas que sólo quieren un poquito de casito.

Al final, la historia es la de siempre. Ingleses haciendo cosas de ingleses, como creerse el ombligo del mundo y esa mala costumbre que tienen de enfadarse cuando no son el centro de atención. Haciendo como que pueden estar disfrutando de un paisaje desde el balcón sin querer saltar. O que pueden pasear por Magaluf vestidos y sobrios. Pero no, negarán todo lo anterior. E insistirán que el Brexit fue buena idea, y que la Unión Europea les puso contra la espada y la pared.

Lo cual no lleva a una bonita conclusión: bloqueo total a Inglaterra, hagamos un Brexit inverso, no dejemos que salgan de la isla.

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