domingo, 10 de octubre de 2021

La Guerra de los Cien añazos

 


Mientras la lava sigue fluyendo en las Canarias, haciendo mucho más por expandir el territorio español que todos los Borbones juntos de los últimos 200 años, ha llegado el momento de volver a escribir. Al igual que el volcán, voy a hablaros de algo que se alargó demasiado.

A ver, ya habéis leído el título así que no hay razón para mantener el misterio. La Guerra de los Cien Años. Que en realidad el nombre lleva a confusión, porque de 1337 a 1453 van ciento dieciséis años. Pero pa’l caso, enemistades que duran un siglo. Matanzas que trascienden generaciones. Si los franceses son odiosos y los ingleses son odiosos, imagina lo que se deben odiar entre ellos.

Por culpa de relaciones feudo-vasalláticas la hostia de complejas, los ingleses tenían control de tierras fuera de las Islas Británicas, cosa que a Francia no le molaba nada de nada. Básicamente el rey de Inglaterra era Rey de Inglaterra y de un cachito de Francia porque, bueno, heredar le había salido gratis.

Ah, relaciones feudo-vasalláticas simplificadas para toda la familia.

El caso es que desde la batalla de Hastings (1066), cuando los normandos (franceses) habían vencido a los sajones (britanos), Inglaterra estaba en manos del linaje del Duque de Normandía. Por su parte, los franceses no veían ningún problema siempre y cuando el Duque de Normandía siguiera sumiso a la corona de París.

Dicho de otra forma. ¿Sabes cuando, en un trabajo de grupo, hay una persona que trabaja y trabaja mientras el resto no hace nada, y al final quiere llevarse todo el mérito? Pues ese es el inicio de la Guerra de los Cien Años: un mal vasallo que ha tenido mucho éxito conquistando y se está replanteando si le convence eso de seguir sumiso a un poder que está mas o menos a su nivel. Franceses desleales, me pinchas y no sangro.

De aquí sale un Call of Duty, dadle tiempo a Activision.

Ahora vendrían como tres o cuatro páginas a Word hablando de las pérdidas territoriales, de las batallas ganadas, de nombres y fechas que no interesan a nadie y que aburrirían al más pintado y que, por descontado, os voy a ahorrar. Gana Francia, por cierto, e Inglaterra se tiene que conformar con su isla de clima terrible y peor gastronomía. ¿Querían vino de Burdeos? A joderse.

La Guerra de los Cien Años es en realidad una Guerra Mundial a lo medieval. Todos los países vecinos de Francia intervinieron en su contra o a su favor, dependiendo de quién estuviera en el trono en ese momento y lo bien que se llevaran las diferentes dinastías.  Dependiendo de la temporada, las hostilidades eran más cruentas o estaban más de colegueo, porque una cosa era querer matar al enemigo, pero otra cosa muy diferente era dejar sin cultivar las tierras y no cobrar los dulces, dulces diezmos y tributos.

Mira ese siervo, provocando. Luego que le saquean la casa.

Lo divertido es que la mortandad no la provocaban las batallas en sí, sino las consecuencias que derivaban de ellas. Muchos de los mercenarios no aguantaban la temporada baja y se dedicaban a asolar la campiña, a ver que encontraban en los bolsillos de los pobres campesinos. Tierras abandonadas, hambrunas… el abono ideal para una enfermedad que seguro que os suena. La Peste Negra, eso si que se cobró victimas y no la guerra en sí.

Me he dejado muchas en el tintero. Una tal Juana de Arco. Un par de batallas famosas. Una obra de Shakespeare. Pero para otra ocasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario