domingo, 3 de junio de 2018

Esperando a Godoy




Godoy tuvo una infancia difícil. En el colegio siempre le decían “Godoy, por el culo yo te doy” y eso llevó a que se diera unos atracones de flipar porque tenía baja autoestima. Lo cual hizo que de adolescente le llamaran Gordoy y tampoco ayudó demasiado. Que jodido era ser Godoy.
Pero ¿Quién era Manuel Godoy?

Manuel Godoy era un hidalgo de Extremadura. Que, a ver, ser hidalgo ya era jodido en esa época porque lo de trabajar con las manos estaba… como regular visto, pero ser hidalgo y extremeño era la miseria más absoluta. A la imposibilidad moral de realizar trabajo físico se sumaba la pobreza de la tierra. Era el equivalente del siglo dieciocho a nacer hoy en Uganda. O nacer hace 20 años en Portugal.

Con eso quiero decir que es normal que Godoy quisiera desesperadamente ascender en la escala social y salir de Badajoz. Lo raro habría sido que su máxima aspiración fuera quedarse a pastorear ovejas en mitad de la nada sin más contacto humano que la piedra a la que has puesto nombre y le has pintado ojos.

MILANA, BONITA

El caso es que Godoy parte a la corte real en 1784 para ingresar como un “simple” guardia de corps. Allí debe caer bien a la gente a la que le debía caer bien, porque ocho años después era primer ministro de Carlos IV. De hecho, acumuló tantos cargos rimbombantes que cuando se presentaba debía parecer un personaje de Juego de Tronos. Wikipedia los enumera así:

Duque de la Alcudia, Grande de España y de primera clase, regidor perpetuo de la ciudad de Santiago de Compostela, caballero del Toisón de Oro, gran Cruz de la Orden de Carlos III, comendador de Valencia del Ventoso y de Aceuchal en 1796 y 1793, respectivamente, consejero de Estado, primer secretario, secretario de la reina, superintendente general de Correos y Caminos, gentilhombre de cámara con ejercicio, capitán general de los Reales Ejércitos, inspector y sargento mayor del Real Cuerpo de Guardia de Corps.
A todos estos honores los reyes le añadirán el de príncipe de la Paz por la firma del segundo Tratado de Basilea el 22 de julio de 1795. Más tarde, Godoy fue nombrado señor de Soto de Roma y del Estado de Albalá; regidor perpetuo de la villa de Madrid y de las ciudades de Cádiz, Málaga, Écija y Reus, conllevando este último cargo el título de barón de Mascalbó; veinticuatro de Sevilla; caballero gran cruz de la Orden de Cristo y de la religión de San Juan; protector de la Real Academia de Nobles Artes y de los Reales Institutos de Historia Natural, Jardín Botánico, Laboratorio Químico y Observatorio.

Con toda esa acumulación de cargos, Manuel Godoy se convertiría en el primer extremeño que consigue hacer algo.

Algo parecido a esto, sólo que con ovejas en vez de dragones.

Pero las malas lenguas atribuyen esa meteórica carrera al galanteo con la Reina María Luisa, porque parece ser que Godoy no era feo para los estándares de la época. Pero aquí no habéis venido a presenciar un Sálvame Deluxe del siglo XIX y probablemente no querríais saber lo que hacía Godoy con su pene para ganarse tantos títulos y honores. O puede que seáis unos viciosos y os den morbo las anécdotas sexuales añejas. En este último caso, sois unos cochinotes con los que tengo muchas cosas en común.

Manuel Godoy era un animal político que navegaba en las movidas aguas de la Europa de después de la Revolución Francesa. Primero intento dar leña a los franceses y, cuando vio que los territorios de Cataluña, Navarra y País Vasco eran ocupados por franchutes, decidió que era mejor llevarse bien con ellos.

Pero bueno, Godoy, ¿tú sabes lo malo que es para la espalda el sentarse de esa forma?

Luego llegó Trafalgar, lo de doblegarse a las peticiones de Napoleón, enfrentarse al futuro Fernando VII… en general se hizo muchos enemigos en las altas esferas de la sociedad española. Sus medidas reformistas en lo relativo a las ciencias tampoco sentaron demasiado bien a las masas iletradas, conservadoras por naturaleza, que las vieron con MUCHO recelo. Después de la caída en desgracia de Carlos IV, Godoy se quedó sin apoyos políticos. Y aquí entra el juego el Motín de Aranjuez.

El Motín de Aranjuez básicamente fue una excusa que buscaron los aristócratas que estaban cabreados con Godoy para meterle una paliza, saquearle las casas y quemar lo que no se pudieron llevar. Bajo una apariencia de “voluntad popular” los partidarios de Fernando VII se quitaron de encima de un plumazo al advenedizo Godoy y sus reformas.

Fue encarcelado y marchó a Bayona con la familia real. Godoy no le quedó otra que renunciar a sus títulos y partir al exilio.

Convirtiéndose también en el primer extremeño que saliera fuera de España.

1 comentario:

  1. En Extremadura hay mucha riqueza cultural. ¿Qué tenéis en Aragón? El Dinópolis de Teruel y tres tonterías más, envidioso.

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