domingo, 14 de mayo de 2017

Corea del Norte está que lo peta



De unas semanas atrás, llevaba oyendo noticias sobre Best Korea que me habían hecho crearme ilusiones. Desempolvar el pintoresco término “destrucción mutua asegurada” me prometía un holocausto nuclear con el que entretenerme el resto de mi corta vida. Las horas invertidas en juegos como el Fallout habrían dado sus frutos.

Pero no, Corea del Norte se decide a lanzar un pepino nuclear y resulta que he tirado petardos más potentes cuando era crío, en las fiestas de mi barrio. DECEPCIÓN. Después de ese estrepitoso fracaso, llegó el silencio más absoluto. Corea del Norte lleva esperando que nos olvidemos de sus cosillas al mismo tiempo que espera recuperar algo de dignidad.

Pero todos sabemos que Corea del Norte es como el amigo borracho que tiene todos los grupos: llega el fin de semana, y él tiene siente el irrefrenable deseo de ponerse a dar vergüenza ajena. Así que espero que nuestro país asiático favorito nos deleite con alguna absurda bravuconada más adelante.

Corea del Norte tiene el ejército más poderoso del mundo: a las 15:00 te está defendiendo las fronteras nacionales y a las 16:00 puede estar recogiéndote las patatas.


Os voy a contar una cosa: Corea es la Polonia de Asia. El “para nada” hiperbólico nombre de Imperio Coreano dura de 1897 a 1910, fecha en la que los japoneses (esos alemanes de ojos rasgados) deciden que como chiste ya han durado demasiado. Tras la invasión, Japón mantiene el control de Corea hasta 1945 y no la suelta hasta las conferencias de paz de después de la Segunda Guerra Mundial.

La península es dividida entonces en dos zonas arbitrariamente por el paralelo 38. La zona del istmo le toca a mamá URSS y la zona de abajo le toca a papá EEUU. Pero la convivencia entre dos ideologías tan fuertes no fue fácil y en 1950 estallaría la Guerra de Corea porque ambas mitades reclamaban la totalidad de la península como “territorio legítimo”. Problemón.

En coreano pone: "Supositorios extra potentes de Viuda de Ha-neul e hijos. Calidad suprema".

Corea del Norte invade a su vecina sureña y le empieza a dar una soberana paliza (hasta el punto de llegar a los arrabales de Seúl, la capital surcoreana). Estados Unidos se alarma del rápido avance y da apoyo militar a los surcoreanos, los chinos hacen lo propio con los norcoreanos. El capitalismo y el comunismo empezaron a luchar una guerra bajo manga por ver el gobierno títere de qué Corea se quedaba con la totalidad de la península.

Estados Unidos llevó muy mal la Guerra de Corea, hasta el punto de plantearse volver a sacar las bombas atómicas. Sin embargo, se quedaron en el paralelo 38 y lo fortificaron a conciencia. Aunque estuvieran en ese paralelo, eso no quita que no se bombardeara y hubiera incursiones en territorio norcoreano. Corea del Norte creyó que si no hubiera sido por Estados Unidos, habrían unificado toda la península bajo la ideología juche. ¡Tachán! el odio a Estados Unidos ya estaba sembrado.

Durante décadas se ha cultivado con mimo un odio a Estados Unidos. También a Corea del Sur, cuyas ciudades son más grandes, su economía más fuerte, su tecnología más avanzada y sus hombres más femeninos. De hecho, oficialmente no ha habido un tratado de paz entre las dos coreas, así que en teoría están en una especie de Guerra Fría.

- ¿Puedo alistarme en el Ejército, Amado Líder?
- Ay, truhán, con esos calcetines no entras.

La política exterior de EEUU fue tan característicamente expansiva y, bueno, “imperialista” que daba la excusa perfecta al régimen de Pyongyang. Porque es mucho más fácil echar balones fuera que reconocer los errores: Corea del Norte estaba pasando penurias porque EEUU quería. La situación geopolítica no hacía más que alimentar esas rencillas, porque Japón había desarrollado un Síndrome de Estocolmo muy fuerte después de las dos bombas atómicas. Las bases militares americanas diseminadas por allí no eran más que la guinda del pastel.

Por eso Corea del Norte está tan picajosa últimamente. Por un lado tiene la enemistad fraguada durante décadas con Estados Unidos. Por otro lado está la necesidad de demostrar al mundo que es un país importante.


Y esto último no se le ha dado demasiado bien desde los años 50.

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