Después de que unas anginas ocuparan mí día a día de una
forma bastante egoísta, quedándome como secuela una tos seca y una irritación
de garganta bastante sugerente. Es más, propongo sustituir el dicho popular “como
la bandera de Japón” por el de “tan rojo como la garganta del tipo ese que
escribe en Diario de un vago histórico que es tan fácil de plagiar”. Es más
largo, lo sé, pero tiene muchísimos más matices.
Pero menos quejarme y más escribir, que llevo dos semanas de
vacaciones forzosas y toda hablar de uno de los temas más controvertidos de la
Historia de España: la Segunda República. Si eres de izquierdas, será una
utopía truncada a la que recurrir todo el tiempo y si eres de derechas será un
periodo en el que los comunistas comían bebés subvencionados por el Gobierno,
sin términos medios.
Pero seamos profesionales y contemos las cosas como fueron y
no para agradar a partidos políticos ¿Vale?
La Segunda República se proclama tras un escueto triunfo en
las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Las zonas urbanas dan una
clara mayoría a los republicanos mientras que las zonas rurales son más
partidarias del orden tradicional monárquico. Sin embargo, las primeras serán
dadas a hacer mucho más ruido que las tranquilas zonas rurales, quedando en los
documentos las grandes aclamaciones y baños de multitudes de la proclamación de
la república.
Pequeño truco de historiador: si ves mucha gente feliz agitando banderas y...
a) ...la fotografía es en blanco y negro: es la proclamación de la Segunda República
b) ... la fotografía es en color: es que ha ganado la selección española
Eso significa que a cuatro meses de que el clamor popular
fuera incontestable, el rey estaba tomando medidas draconianas y desesperadas
para mantenerse en el poder. Contrariamente a lo que se pretendía, la dura
represión que sufrieron Galán y García Hernández los elevó a la categoría de
mártires republicanos y dieron el tiro de gracia póstumamente a la monarquía
española.
Inicialmente, la República tuvo que pasar una etapa
transicional de abril a diciembre de 1931. Se iniciaron las primeras reformas que
pondrían a la atrasada España a la altura de sus vecinos (a la altura de
Portugal no, que sería un atraso, me estaba refiriendo a poner a la altura de Francia)
en materia política y moral. Porque resulta que, aunque Primo de Rivera hubiera
modernizado algunos sectores económicos no era en absoluto suficiente y la vida
pública seguía en manos de los que tradicionalmente la habían controlado.
Es comprensible que una de las primeras medidas fuera
encaminada a la secularización del
Estado. En la Constitución se estableció la libertad de cultos en España, la separación
de la Iglesia y el Estado, la limitación de las congregaciones religiosas y, en
definitiva, la creación de una nación aconfesional que es lo que se estaba
llevando en el resto de Europa desde hacía una temporada.
Disfrazarse de representación antropomórfica de la Segunda República Española es lo que lo peta en 1931. Que juventud más alocada.
En ese primer momento también se abordó el tema regional,
dotando a Cataluña de un estatuto que respondía a una visión unitaria de España
y no federal, por lo que los catalanes se enfurruñaron un poco. Además se
subordinó el poder militar al poder civil con éxito (todo el “éxito” que un
golpe de estado cinco años después puede otorgar), se abordó la cuestión social
con mejoras para las clases menos favorecidas y se puso sobre la mesa la necesidad
de una reforma agraria que rompiera definitivamente con los grandes señoríos que
hundían sus raíces en el Antiguo Régimen. En este último caso os cuento un
spoiler: la difunta Duquesa de Alba aún tenía tierras y palacios que venían de
la época de la Reconquista.
Ajustado el caos inicial fruto del cambio diametral de
gobierno, se iniciaba el Bienio Reformista (1931-1933). La inauguración de este
periodo vino de la mano de la citada Constitución de 1931, que traía cosas tan
chulas como libertad religiosa, libertad de expresión, asociación, reunión, derecho
de autonomía, separación Iglesia- Estado…
Esta nueva fase tuvo como presidente del gobierno a Manuel
Azaña, siendo Niceto Alcalá Zamora el presidente de la república y planteó
profundas reformas socio-culturales para los españoles del momento. El divorcio,
el matrimonio civil o la secularización de cementerios fueron pasos agigantados
en materia religiosa: podías romper la validez de un matrimonio religioso,
casarte en un ayuntamiento sin el visto bueno del curo del pueblo o enterrarte en
el cementerio del Ayuntamiento (ya que los cementerios pasaron a la titularidad
de los ayuntamientos y no de las parroquias), cosas que hasta entonces habían
sido impensables para la mayoría de la población.
Representación alegórica de la República española, que queda arropada por los retratos de los más ilustres republicanos, que queda simbolizada como garante de la Justicia y... a quien le voy a engañar. Pongo esta imagen a ver si poniendo teticas suben las visitas y me plagian más
Se reformó la educación, quitando el monopolio que habían
tenido las órdenes religiosas, construyendo escuelas estatales, mejorando la
calidad de los maestros y pagando misiones pedagógicas que enseñaran a leer y
escribir a los habitantes del pueblo más remoto. Paralelamente se intentó
mejorar las condiciones laborales de los obreros con medidas que contemplaban
una rebaja de la jornada (que por aquel entonces las jornadas laborales harían implosionar
a cualquier sindicalista actual) y la introducción de seguros sociales.
A los militares se les intentó mantener contentos, puesto
que en última instancia eran los garantes del orden público. Se les permitió un
retiro voluntario, que realmente buscaba purgar pacíficamente los mandos de
elementos reaccionarios, y se suprimieron las Capitanías generales y la
Academia General Militar por idénticas razones. Además se decretó que el cuerpo
de oficiales tenía que hacer unos cursillos universitarios en un nada sutil
intento de congraciar a militares y universitarios. Sanjurjo, en 1932, dirá que
tararí y dará un golpe de estado chapucero (conocido como La Sanjurjada) que
será todo un fracaso.
Porque la cuestión social… oh, la cuestión social.
Anarquistas y comunistas no estaban muy contentos con la Segunda República, a
la que consideraban una “república burguesa y traidora”. Tampoco estaban
contentos los monárquicos (sorpresa) ni los tradicionalistas (sorpresa otra
vez). Y los sucesos de Casas Viejas, en los que 26 personas fueron masacradas brutalmente
por ser consideradas “revoltosos anarquistas”, no hizo más que agravar la
conflictividad social y derribar al gobierno del primer bienio republicano.
Y quedando esto un poco largo, dejo para la semana que viene
el Bienio Negro y el Frente Popular.
BONUS TRACK:
El General Sanjurjo disfrazado de gánster o algo así
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