Los romanos eran maestros de las excentricidades sexuales.
Desde el punto de vista de la moral cristiana extendida por occidente, sus
costumbres relativas al sexo nos parecen costumbres fuera de lugar. La
naturalidad con la que se exhibía el pene en la cultura romana es chocante para
la pudorosa cultura cristiana, en la que todo lo relativo al cuerpo es un tema
tabú.
Y no me estoy refiriendo solamente al sexo: en las ciudades
romanas eran normales las letrinas públicas porque aparte de ser un lugar en el
que cagar era un lugar en el que cerrar negocios, comentar chascarrillos o
simplemente sociabilizar. Para los romanos no hay nada entraño en que dos
extraños caguen codo con codo de la misma forma que hoy en día no hay nada
extraño en sentarte al lado de un completo desconocido en el autobús.
El trenecito romano del amor. Próxima parada: tu cama.
Y es que en la Antigua Roma no existía el concepto de “pecado”,
la homosexualidad estaba vista con la misma naturalidad que la pederastia
(aunque la población tampoco es que llegara a vivir mucho). Las relaciones
homosexuales eran válidas, pero había diferencia entre activo y pasivo, siendo
considerado este último como un hombre sometido y femenino.
Aquel ciudadano romano
que obtuviera placer al ser penetrado sería visto con recelo y desdén por sus
semejantes. La buena noticia es que los extranjeros y esclavos se escapan a
esta doble moral porque no son considerados personas ¡Aprovéchate del vacío
legal!
Un trípode con brasero, ideal para colgarles las prendas que necesiten secarse a su calor.
En las calles de Pompeya (el mejor ejemplo que se nos ha
conservado) unas losas con penes nos indicaban la dirección del lupanar de una
forma nada disimulada pero bastante orgánica. No estaba mal visto llenar el
pavimento de la ciudad de penes pero sin embargo esa doble moral obligaba a
esconder de la vista (pero tampoco mucho, no vayamos a perder clientes por el
camino) el burdel.
La prostitución estaba mal vista por la sociedad pero eso no
impedía que los romanos echaran una canita al aire de vez en cuando ni que las
prostitutas estuvieran censadas y pagaran impuestos. En un imperio tan grande
como el romano, los burdeles estaban abastecidos de mujeres (y hombres) de
todos los sabores. Las variedades de prostituta eran enormes: desde la
cortesana de lujo para los patricios más adinerados (delicatae) hasta aquellas
que lo hacían sin regulación alguna por una miseria (diobolariae).
La prostitución romana estaba sumamente especializada. Desde
las bustuariae (especializadas en ofrecer sus servicios en cementerios),
fornicatrices (que ejercen debajo de un fornix, arco para los amigos, y muy
demandadas por los gladiadores), forariae (aquellas que se ofertan en los caminos
rurales que llevan a Roma, que según dicen, son todos)… cualquier gusto, por
extraño que tuviera el cliente, podía ser satisfecho.
Como lo han hecho romanos de hace 2000 años, es arte. Si lo haces tú ahora es de mal gusto.
Los patricios acostumbran a tener representaciones de penes
y vaginas como símbolo de fertilidad y salud (lo que lleva a amasar panes y a
utilizar botellas con forma fálica). Todas las urbes tienes motivos que hoy
consideraríamos obscenos. Mosaicos en los suelos de escenas pornográficas,
pinturas explícitas en los aposentos más resguardados y graffitis en las
paredes.
Aunque mucho me temo que hay cosas que no han cambiado, y
basta con entrar en el baño de cualquier gasolinera para disfrutar de todo un
catálogo de pollas, dibujos obscenos y teléfonos seguidos de la especialidad
amatoria de sus dueñas (y dueños).
La homosexualidad no es algo que sólo esté mal visto bajo una moral o cultura cristiana, islámica o judía(abrahámicas) sino bajo practicamente todas las religiones.
ResponderEliminarEl budismo siente indiferencia por el sexo como algo mundano, las religiones animistas , taoismo o el hinduismo tampoco bendicen la homosexualidad precisamente.
En la Roma de la república y de los primeros patricios(plenamente indoeuropea culturalmente hablando) nada de esto está bien visto. Los grafitos de Pompeya pertenecen a la época del imperio, época en la que la decadencia de Roma ya está comenzando dado el cosmopolitismo, la extensión de la corrupción, el "capitalismo" globalizado romano de la época, la concentración urbanita de la población en cada vez mayor medida... decadencia en definitiva.