domingo, 10 de febrero de 2013

La Gran Guerra (vol. IV)




Después de tanto tiempo creo que tocaba otro episodio de mi guerra favorita: la Gran Guerra. Habíamos repasado el detonante, la moda y la movilidad y, según recuerde, tocaba hablar de la guerra en altura.

En el frente normalmente te podían disparar desde delante y desde detrás si tenías mucha mala suerte en lo que más o menos es un círculo alrededor tuyo. En la guerra de montaña los disparos podían venirte de cualquier punto de la esfera que proyectas en las tres dimensiones, esto es, te podían llegar a disparar desde arriba y desde abajo. Y como sabréis, desde el Imperio Romano, Italia no levanta cabeza militarmente.

Este patetismo militar queda patente en las ofensivas del Isonzo. Nada más y nada menos que doce (¡12!) ofensivas contra el decadente Imperio Austrohúngaro que no sirvieron para nada. ¿Quién excepto los italianos pueden hacer tantas cosas con desgana y mal? Bueno, si, los españoles… pero nosotros no entramos en la Guerra pero porque nos va más el rollo fratricida que el mundial.
Coge tus esquíes y vente de vacaciones a los Alpes. Bonitas vistas y eventual muerte por congelación te están esperando

Y es que en el Isonzo los italianos enviaban oleada tras oleada de soldados sin pensar, a lo loco. Las bajas que sufrió Italia en este frente fueron la mitad (se estima que unos 300000 soldados de un total de 600000) y los austriacos solo tuvieron 200000 (de un total de millón y medio). Para los que tengan curiosidad, aquí están las doce batallas por cortesía de Wikipedia:

·         Primera batalla del Isonzo: 23 de junio – 7 de julio de 1915.
·         Segunda batalla del Isonzo: 18 de julio – 3 de agosto de 1915.
·         Tercera batalla del Isonzo: 18 de octubre – 3 de noviembre de 1915.
·         Cuarta batalla del Isonzo: 10 de noviembre – 2 de diciembre de 1915.
·         Quinta batalla del Isonzo: 9 de marzo – 17 de marzo de 1916.
·         Sexta batalla del Isonzo: 6 de agosto – 17 de agosto de 1916.
·         ptima batalla del Isonzo: 14 de septiembre – 17 de septiembre de 1916.
·         Octava batalla del Isonzo: 10 de octubre – 12 de octubre de 1916
·         Novena batalla del Isonzo: 1 de noviembre – 4 de noviembre de 1916.
·         Décima batalla del Isonzo: 12 de mayo – 8 de junio de 1917.
·         Undécima batalla del Isonzo: 19 de agosto – 12 de septiembre de 1917.
·         Duodécima batalla del Isonzo: 24 de octubre – 7 de noviembre de 1917


Tropas austriacas de alegre excursión vertical

Pero al tema que íbamos a abordar, la guerra en las alegres montañas de los Alpes. Ambos bandos formaron cuerpos alpinos que se nutrían de aventureros y alpinistas que se alistaban en busca del romanticismo. Esos pobres diablos que se alistaban por las ansias de aventura muchas veces no tenían ni repajolera idea de manejar armas y mucho menos acostumbrados a acatar órdenes.

Las tropas italianas, apoyadas materialmente por Francia, hicieron lo que pudieron contra los austriacos. Peor preparados y peor motivados, la tropa italiana era un desastre que se acrecentaba por las medidas draconianas que imponían los mandos (que muchas veces llegaron a ser terriblemente odiados por sus propios soldados por su absurda y férrea disciplina). El frente era mucho más traicionero que su contrapartida occidental porque la propia geografía de las montañas creaba cuellos de botella naturales, hacia dar grandes rodeos para sortear cortados y desniveles escarpados y muchas veces el terreno impedía la acción de la artillería. Porque esa es otra, lleva tu artillería pesada por caminos de montaña para cabras  y posteriormente intenta no provocar un alud cuando la batería haga fuego estruendosamente.

Cosas así de gordas no se ven en la guerra de montaña (y no me refiero al artillero)

Por todo ello, los austriacos que estaban mucho mejor preparados y motivados (y eso sin contar el apoyo de los alemanes en el último periodo, que eran claramente superiores militarmente), llegaron a parar en seco  muchas de las ofensivas. Los italianos por su parte, confiando de forma demasiado optimista en que iban a acabar pronto, se dejaron de remilgos y convirtieron en cuarteles improvisados muchas de las cuevas que tenían distribuidas a lo largo del frente. Hombres de las cavernas con acento gracioso y moviendo mucho las manos cuando hablaban.

En la guerra de los Alpes muchos batallones vivían gracias a los muertos: utilizando sus municiones, comiendo su comida, bebiéndose sus cantimploras y utilizando sus cuerpos como parapeto contra el frio y el enemigo. Poco tenía que ver con la idea idealizada que muchos de esos cazadores de montaña tenían de lo que iba a ser la guerra.

Ya sabéis queridos lectores, id con Dios (como estos pintorescos italianos)


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