domingo, 20 de septiembre de 2020

Urbanismo cutre. Hoy: el Freedom Ship.

 


¿Sabéis lo loco que sonaba Andrew Ryan cuando quería fundar Rapture en el fondo del océano, una ciudad sin ningún tipo de regulación estatal?

¿Sabéis ese capítulo de los Simpsons en el que Homer roba el yate del Señor Burns para hacer el idiota en aguas internacionales? ¿A que estaría chulo hacer lo mismo, no solamente por las peleas de monos con machete?

Pues algo así pensaron los que idearon el Freedom Ship.

Freedom Ship, un diseño basado íntegramente en el concepto "la mierda flota".

Básicamente era montar un barco muy gordo, capaz de ser una ciudad autosuficiente, y zarpar hacia lo desconocido. Vivir en un país flotante que podía atracar en los puertos de cualquier otro país. ¿Qué quieres comida china? Vamos a Hong Kong ¿Qué te apetece bailar un poco de samba? Rumbo Río de Janeiro ¿Qué la aurora boreal está preciosa en esta época del año? Venga, a los fiordos noruegos ¿Qué te apetece esquiar en los Alpes? Pues te jodes y te aguantas, que Suiza no tiene salida al mar.

El caso es que en 1990, una década que se recuerda con nostalgia, se planificó un barco lleno de lujos, repleto de todas las comodidades de una ciudad del primer mundo. Tiendas para comprar, servicios básicos que disfrutar, amplias instalaciones recreativas y cómodas zonas residenciales. También tenía un puerto para amarrar tu yate e incluso un aeropuerto para que pudieras aterrizar tu jet privado.

Tres años de maravillosos humedad sin límite a lo largo del planeta.

Porque, llegados a este punto, ya os podéis imaginar a qué tipo de público estaba dirigido el Freedom Ship. Al comprobar los costes en su propia página web se puede deducir fácilmente que no estaba dirigido al currante medio que apenas se puede permitir un piso compartido, iba dirigido al rico excéntrico al que le encanta presentarse como un “cosmopolita ciudadano del mundo”. Personas que creen que en aguas internacionales van a pagar menos impuestos que encerrados entre las fronteras de un país. Amancio Ortega haciendo surf en pelotas en el patio trasero de su casa acuática.

El barco está planificado en segmentos, con galerías comerciales, transporte público y zonas residenciales con vistas al mar que valen una pasta. Las zonas de la gente con pasta tienen amplitud y árboles, las zonas más baratas tienen vistas a los pasillos y, básicamente, son cuchitriles de cuarenta y dos metros cuadrados de olor a cerrado. El pisito mas barato del Freedom Ship, por tener, no tiene ni cocina. Si eso no es una de las peores decisiones urbanísticas yo ya no sé qué escribir para convenceros. Y no lo pone, pero viendo como son las cosas, el pasaje supongo que dormirá en ataúdes apilados, para maximizar en plano el espacio del loft romántico con vistas al mar de los ricachones más decadentes.

Cierto portal está BABEANDO con las posibilidades.

Cincuenta mil era el número de afortunados que iban a disfrutar del barco (más visitantes, turistas y tripulación, que elevaban la cifra al doble). El Freedom Ship iba a ser el barco más grande jamás construido y que, a su lado, el Titanic iba a parecer una colchoneta inflable de playa. Y a estas alturas no hace falta ser ingeniero para que asalte la pregunta clave: ¿cómo se iba a mantenerse a flote ese mamotreto? Sin contar los enormes motores que iban a mover la mole flotante, quiero decir.

Hay una cosa en ingeniería naval que es el “esfuerzo de arrufo y quebranto” que básicamente es la diferencia de empuje que puede soportar estructuralmente un barco (que se da en un mar en continuo movimiento), para que el barco no se parta como un palito con mar picada, vamos. Y en un barco de tal tamaño iba a ser la risa navegar en un mar que no estuviera completamente plano.

El caso es que el barco estaba previsto que fuera fletado en 2001 con toda la pompa y boato del mundo. Y parece que lleva un pelín de retraso porque ha tenido que volver varias veces a la mesa de diseño, el cual, además, es horrible. Una mala idea en la cabeza de alguien parece ser también una mala idea en la mesa de diseño.

Qué cosas ¿eh?

1 comentario:

  1. Viene a ser como estar enterrado en vida, pero dándote cuenta de lo mal que te caen los del nincho de al lado, no? Nada que ver con la ecologia, con el respeto a la "otra" vida animal que merece vivir en el mar... Un horror. Feo de cojones, además.

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