lunes, 9 de julio de 2018

Historiadores vs. el mundo




Ha llegado esa época del año en la que empiezo a escribir sudado y en calzoncillos. Lejos de poder considerarse “sexy”, esa imagen mental ha sido vetada en 57 países por la OMS. Y en este estado voy a verter mi ciega ira.

Cuando dije que quería estudiar historia, un amigo de mis padres me dijo que, si me gustaba la Historia, estudiara esa carrera. Pero que si REALMENTE me gustaba la Historia, estudiara una ingeniería. En su momento no le hice caso, porque a mi REALMENTE me gustaba la Historia y quería saber más. Qué razón tenía aquel hombre.

Cuando eres historiador, a veces te expones al escarnio público. No me estoy refiriendo solamente a cuando algún estudiante de ciencias altivo te pregunta “¿Y la Historia para qué sirve?” o cuando alguien te empieza a preguntar cosas puntuales (y tan minuciosas que son absurdas) para concluir, cuando respondes con un “no sé”, que “tanta Historia no sabrás, entonces”  incapaces de distinguir un historiador de una enciclopedia. Y que la pregunta “a ver ¿Qué ocurrió el martes 20 de febrero de 1923?” es simple y llanamente para tocar las pelotas.

- A ver, Eric Hobsbawm: si tan buen historiador eres, recítame la lista de los Reyes Godos.
- ...
- Pues tan buen historiador NO SERÁS.

Tampoco voy a hablar del intrusismo que tiene el oficio de historiador, que todo el que haya leído dos o tres libros sobre una misma temática ya parece que te pueda dar lecciones. Hay periodistas escribiendo de Historia, hay catedráticos de la RAE que son capaces de hablarte de toda la historia de tu país y está el típico señor que no ha salido de su pueblo y que puntualiza todo el rato porque él ha leído mucho sobre eso. Luego está César Vidal.

En general, hay mucho intrusismo en la labor del historiador. Pero eso es porque el historiador de carrera casi siempre se le ha ignorado, mientras que al erudito local siempre se le ha aupado por su capacidad de “hacerse a sí mismo”. El problema de esa gente es que puede saber muchísimo de la materia de la que han leído, pero carecen de la visión de conjunto que tenemos los historiadores formados.

Imagen de uno de esos amantes de la historia (portando su cuadro de Dalmau favorito) la primera vez que se atreve a explorar sus horizontes. 

Esto quiere decir que, aunque sepan mucho de uniformes de la Guerra Civil (y pueden ser realmente útiles sus conocimientos), son mucho más propensos a cometer errores, sobre todo en análisis comparativos. Errores que muchas veces les hacen caer en el esto es así porque lo leí una vez en un libro. Errores que desembocan en el cuñadismo histórico más decadente. Errores que se producen porque su conocimiento no tiene una base.

Esto es como quien tiene una ideología tan sólo por los eslóganes. ¿Por qué la gente da lecciones de historia? Porque les han enseñado, porque todo el mundo cree que la Historia es leer y memorizar, pero el realidad la Historia consiste en analizar y formular hipótesis. La Historia no es una ciencia, pero para desempeñarla correctamente hay que hacer caso al método científico.

"Nope, nada de rastros de alienígenas" dijo nadie nunca en la redacción de History Channel.

Por eso creo que hay que diferenciar entre “historiador” y “aficionado a la historia”. Mientras que los buenos historiadores mantienen su conocimiento actualizado porque es su profesión, los aficionados a la historia leen lo que quieren. Esto hace que estos últimos sean más conservadores, independientemente de su ideología, porque solo se mueven entre posiciones cómodas que nunca llegan a cuestionar la idea que tienen en la cabeza. Más o menos lo que me pasa a mí con el sushi y todas esas mierdas de modernos, que es la razón por las que mis amigos odian llevarme a cenar a los sitios.

El valor del historiador para la sociedad ha sido poco menos que negado. A todo el mundo le gusta saber del pasado, pero pocos lo amarán. Muchos menos querrán estudiarlo de verdad. Lo cual nos lleva otra vez a la pregunta del principio: ¿Y la Historia para qué sirve? Si la labor del historiador ha sido desvirtuada, para poder hacer “historia a medida” según las necesidades políticas.

Con esto no quiero desalentar ni criticar a aquellos amantes de la historia que no hayan pasado por la Facultad. Simplemente les estoy pidiendo que no se queden en lo superficial, que lean algo más que la “Muy Interesante” y que profundicen. Que no se queden en lo cómodo de leer a los autores que les dan la razón en todo y que se aventuren a ver lo qué dicen aquellos con los que no están de acuerdo. Porque los artículos históricos científicos, los de verdad, llevan bibliografía.

Y si no estáis de acuerdo conmigo, siempre podéis ir a un hospital a operar a corazón abierto porque habéis visto todas las temporadas de "Urgencias".




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