domingo, 18 de febrero de 2018

La Operación Antropoide



Últimamente los ingleses están intentando recordar periodos de unidad ante la adversidad porque desde el Brexit no lo están pasando muy bien. Uno de esos periodos gloriosos es la Segunda Guerra Mundial, cuando demostraron lo que significa “estoicismo británico” al resto de Europa.

Pero no os engañéis, lo de los ingleses no es estoicismo, es elitismo. El vivir en una isla les ha hecho alejarse y aislarse de lo que ocurría en el resto de Europa: los ingleses siempre han sido de pensar que ellos tienen la razón y el resto del mundo está equivocado. Eso les ha llevado a conducir al revés, aceptar a regañadientes el sistema métrico y en la actualidad les ha llevado a cosas como el Brexit.

Pero supongo que no os descubro nada. A menos que seas inglés y estés leyendo esto con Google Translator. En ese caso: lo siento mucho, siempre tendrás Magaluf para olvidar todas esas cosas que leíste en este blog y que te hirieron profundamente.

A lo que vamos. Estábamos en la Segunda Guerra Mundial, para la época en la que todo iba fetén para Alemania. Se avanzaba en el Frente Oriental, Europa continental estaba ocupada y pacificada, los submarinos alemanes campaban a sus anchas por el Atlántico y las posibilidades de que todo el mundo acabara hablando alemán parecían prometedoras.

Operación Antropoide in a nutshell.

Checoslovaquia había sido uno de los primeros países que había metido Alemania en su lista de los Reyes Magos, anexionándose los Sudetes primero y estableciendo un gobierno títere para controlar lo que no quería. De ese tiempo a 1941, los alemanes habían controlado el país de forma laxa el país, enfrentándose a esporádicos actos de resistencia.

Pero, ay, eso se acabó. El III Reich envió a uno de sus más duros oficiales de las SS, Reinhard Heydrich. El entrañable Reinhard ostentaba el tan germánico status de SS-Obergruppenführer y gracias a su comportamiento en Checoslovaquia se le conoció con el cálido mote de “El Carnicero de Praga”.

Desde que llegó, Heydrich empezó a purgar con mano dura. Se cargó a todo aquel que pudiera simpatizar con la resistencia, que eran alrededor de 550 personas. Incluso se cargaron al primer ministro del gobierno títere que habían montado los alemanes en Checoslovaquia. A ALGUIEN QUE SE SUPONE QUE HABÍAN PUESTO AHÍ POR SER UN COLABORADOR.

¡Reinhard Heydrich puede ser el último ligue de tu muñeca barbie!

Y después de esa campaña de terror, todo el mundo fue feliz y no se metió en líos en la Checoslovaquia ocupada. Heydrich  les dejó elegir entre la estupenda purga que les había mostrado anteriormente o la caja misteriosa. Y la caja misteriosa contenía ciertos privilegios  si trabajaban duro para el Reich. Y vaya si trabajaron duro. Porque no hay nada como el temor a la muerte para aumentar la productividad.

Entre todo esto, Inglaterra estaba viendo como le bombardeaba la Luftwaffe y no le estaba terminando de gustar. Y como Checoslovaquia se estaba convirtiendo en la fábrica de armamento del III Reich, pues se terminó el plato de fish & chips, dio un golpe en la mesa y dicho “hay que hacer algo”.

Y ese “algo” era empezar a mostrar exageradas muestras de preocupación acerca de un país al que habían abandonado a su suerte en el 39. Y… ¿qué mejor forma de demostrar que te preocupas por un país que intentar desestabilizarlo para que los nazis no puedan fabricar allí sus armas?

Jozef Gabčík, uno de los miembros del comando que atentó contra Heydrich, ni siquiera sabía colocarse bien el gorrillo.

El plan era sencillo: coger a dos soldados checos que se habían refugiado en Londres e instruirlos como comandos. Luego, soltarlos en Checoslovaquia para que contactaran con sus amiguitos de la resistencia. Cuando todos los invitados a la fiesta estuvieran reunidos, atentar contra el pez gordo que estaba al mando de todo el cotarro: Reinhard Heydrich. Era la Operación Antropoide.

El atentado fue una chapuza enorme que incluye un subfusil sten que se encasquilla, una granada mal lanzada y un Heydrich persiguiendo junto a su fiel conductor a sus ineptos atacantes. Al menos lograron hacerle heridas a Heydrich con la granada, aunque lo más grave fuera un pulmón perforado.

También es que Heydrich iba pidiendo que le atentaran porque se dedicaba a pasear en su descapotable.

Heydrich ingresó en el hospital y comenzó a ser tratado de sus heridas. La recuperación parecía positiva hasta que cayó en coma y la espichó. Había cogido una septicemia chunga al habérsele metido trocitos de tapicería del coche en las heridas que le había provocado la granada.

La venganza de los nazis fue brutal y encendió la mecha de una insurrección similar a la que se vivía en Francia o Italia. Los comandos que habían perpetrado el atentado fueron traicionados por uno de ellos y los asediaron en su refugio hasta que se suicidaron. Directamente murieron más de un millar de checos como represalia directa y más de cuatro mil indirectamente por culpa de las deportaciones. La productividad cayó en picado y la conflictividad acabó por las nubes en una espiral de venganzas.

Pero por lo menos Gran Bretaña estaba satisfecha.

1 comentario: