Nada mejor para recuperarse de la resaca de San Valentín que
una guerra. Y no una de esas guerras de pacotilla que no importan a nadie.
Vamos a hablar de una guerra de la que en muchos sentidos no se ha pasado
página. Vamos a hablar de la Guerra Civil.
Que la guerra de 1936 sea considerada la Guerra Civil, asi,
con mayúsculas es la forma de decir que fue la gran guerra civil. Al igual que
la Primera Guerra Mundial se llamó la Gran Guerra porque no tenía comparación con
los conflictos bélicos que habían azotado Europa hasta entonces, la Guerra
Civil fue la madre de todas las luchas fratricidas entre españoles. ¿Guerra de
independencia? Minucias ¿Las varias guerras
carlistas? Una pataleta.
Si algo caracteriza los inicios del siglo XX es su ruptura. Las
nuevas forma de política entran en juego y la sociedad tradicional se encuentra
amenazada por la nueva sociedad de masas. Las ideologías se convertirán en algo
por lo que matar y morir. Aparecerá el radical político, pero “radical” de pistola
en mano, mal afeitado y cicatriz en la cara y no como ahora que se ha abusado
tanto del término que se podría considerar “radical” a mi abuela que va a misa
todas las tardes.
No te dejes llevar por las apariencias: todos estos obreros tienen pistolas no registradas por las autoridades competentes y están dispuestos a usarlas de una forma que a su lado Rambo parecería un objetor de conciencia.
Bueno, pues la polarización entre izquierdas y derechas se
tradujo en una conflictividad callejera que la Segunda República no era capaz
de controlar. Una espiral de violencia en la que la acción se contestaba con
una reacción que desencadenada otras acciones posteriores y así ad nauseam. Pero
la mera violencia callejera no es todo, por el mismo precio también había: temor
de los conservadores al proceso de revolución que hiciera peligrar su way of
life, resentimiento militar que veía mal los nuevos sus intereses corporativos,
de clase y visión del orden social que traía el Frente Popular y, como guinda
del pastel, el asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo. Ahí es nada.
La sublevación tuvo lugar el 17 de julio de 1936 en Melilla.
Acaba triunfando en todo el norte de África y toda Castilla la Vieja, Aragón y
Extremadura, así como capitales de provincia de toda España. Quedaba fijada la
España de la Guerra Civil, pero no fue suficiente. No fue como
con Primo de Rivera, que nadie movió un dedo, en esta ocasión pronto se
formaron dos bandos para apoyar y destruir al gobierno electo y quedó claro que
el poder lo otorgaría la victoria armada.
Los
militares que veían en peligro su status por las diferentes políticas de la
República, tanto a nivel de clase social como a nivel de jerarquía militar,
veían también como militares su concepción de España y el orden social en
peligro.
Ojo con el monaguillo, que también reparte hostias
La Guerra
Civil habría quedado como una simple
guerra más en la historia de España de no ser por el componente de lucha de
clases y la contienda religiosa. Un enfrentamiento entre las visiones de España
de diferentes sectores de la población. Ninguno de los dos bandos presentaba
grandes fortalezas ni debilidades.
En la zona nacional quedaba la zona interior productora de
cereal. Diferentes mandos territoriales
se repartían la otra mitad del ejército de tierra, incluyendo las tropas
veteranas de África.
La aviación y la marina se quedaron de parte de la República.
Parece que la mitad del ejército se había quedado de parte de los republicanos,
pero era un ejército desarticulado, inexperto y sospechoso. Lo bueno es que los
republicanos contaban también con el oro del Banco de España y con la zona
industrial, pero las instituciones gubernamentales pronto quebraron y todo el
mundo empezó a llevar a cabo su particular visión de la revolución social.
Oye, que se que estáis aquí haciendo la guerra y tal pero yo solo quiero hacerme el chulo con mi pistola de mierda. Sólo será un minuto.
El avance desde África por parte de los nacionales pasó por
Andalucía occidental y Extremadura, llegando a Madrid y sitiando la ciudad. Pero
Madrid no fue tan fácil de tomar como habían previsto y cambiaron de objetivo para
centrarse en el norte de España. Los republicanos, que no habían ganado ninguna
batalla importante, lanzaron la ofensiva de Teruel para impedir que Madrid
quedara aislada, tomando la única capital de provincia que tomaron los
republicanos en la guerra para ser reconquistada por los nacionales en unas
semanas. Pero algo es algo.
Los nacionales avanzaron sin especial oposición por Cataluña.
La única batalla de mención fue la Batalla del Ebro, un último gesto de
resistencia feroz por parte de los republicanos. A pesar de todo, la guerra ya
estaba decidida y acaba el 1 de abril de 1939.
La semana que viene más Guerra Civil, que esto ha sido los
entrantes y no quiero que mis lectores se empachen. Pan, agua y vino de la casa están incluidos en este menú.
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