La rentreé, oh là là

Ya he sobrevivido a mi primera semana de clase.

Soy consciente que esto era un blog de verano y que técnicamente ya no es verano y por tanto este blog ya no tiene razón de ser. A pesar de ello, vivo al límite y voy a mantenerlo.

El Corte Inglés, sinónimo de elegancia, finura y cosas caras para la vuelta al cole desde la creación del mundo.

La vuelta al cole es traumática desde siempre. Desde que tienes edad para recordar,  pasas de 0 a 100 en un día: el domingo te levantas a mediodía y el lunes te despiertas y aun es de noche. AUN-ES-DE-NOCHE. Joder, que no sabía que existía esa hora desde hacía un par de meses, literalmente.

Además, entra en juego el factor moda. En verano, en mi casa, puedo ir en calzoncillos varios días (y como mucho una camiseta de publicidad para mantener la decencia). Ahora tengo que ponerme ropa limpia todos los días. Vale, solo tengo que coger una prenda del montón de “partes de abajo” y otro del de “partes de arriba” y que sea lo que Dios quiera, sin importar si conjunta o no, pero es que antes era mucho más fácil.

La clásica y cavernosa facultad de Filosofía y Letras, un viaje al pasado en cada baldosa

Eso sin contar con que te reencuentras con tus compañeros de clase. Después de todo el verano sin saber nada de ellos, te reciben con frases del estilo “cuánto tiempo” o “me he acordado mucho de ti”. Mis cojones. Si hubieras querido saber de mí, me habrías enviado un mensaje por Facebook o Tuenti preguntándome por mi vida. Joder, dejémonos de formalismos sociales. No has querido saber de mi porque sí, no porque no has podido.

Y simplemente no voy a hablar de autobuses o profesores. No tengo el barreño cerca para poder echar toda la bilis que merecen.

Durero plasmando en un grabado mi estado de ánimo al despertarme

Por todo ello, odio volver a empezar el curso. Compañeros de clase, madrugones y otros inconvenientes triviales que hacen que me levante de la cama con ganas de apuñalar a la gente con un cuchillo embotado y oxidado.