En 1953 murió Stalin y la Unión Soviética asumió nuevo
liderazgo de la mano de Jrushchov. China se enfadó y rompió relaciones
diplomáticas con la URSS porque no le gustaba más Stalin que Jrushchov.
Berlín seguía dividida y disputada entre los dos bloques. La
fuga de gente del Berlín Oriental al flamante Berlín Occidental, en el que
disfrutaban de los parabienes del Plan Marshall, era un goteo constante de
evasiones. Para evitarlo, se construyó la idea más brillante desde que a los
chinos se les ocurriera construir la Gran Muralla China (y hasta que Trump
logre hacer algo): un muro, alto, con ametralladoras y cosas amenazadoras con
púas, que se iría reforzando y mejorando con el tiempo para hacerlo más grande
y más amenazador.
Las dos potencias se apuntaban sus cacharros nucleares a la
cara y amenazaban con dispararlos. Para que el otro recibiera más daño del que
infligía, ambos bloques empezaron una carrera armamentística sin precedentes.
El desarrollo de armas llevó a que el hombre pudiera lanzar chatarra al espacio
por primera vez en 1957, con el lanzamiento del Sputnik. En 1961 lanzaron por
el espacio a Yuri Gagarin, que volvió sano y salvo.
Módulo espacial Vostok-1 en el que viajó al espacio Gagarin. Nótese la mantita espacial, que allí arriba hace algo de fresco.