Atenas y Esparta. Enemigos naturales. Una enemistad como la
del hermano pequeño y el hermano mayor, pero en la Grecia Clásica. El agua y el
aceite. El perro y el gato. El pokémon tipo agua y el pokémon tipo fuego. La
pizza y la piña…
Los atenienses habitaban el Ática, mientras que los
espartanos vivían en Laconia, en la Península del Peloponeso. Los
atenienses habían cimentado una posición comercial
y cultural muy importante, con colonias
por todo el Egeo, mientras que los espartanos habían conquistado el Peloponeso
por la fuerza (porque eran espartanos).
La enemistad se fraguó con los años. Los dioses eran
comunes, pero tenían formas de gobierno diferentes. No voy a decir que sus
sociedades fueran “opuestas”, pero sí que diferenciaban en muchos aspectos
culturales. Los espartanos consideraban a los atenienses como unos afeminados decadentes,
mientras que los atenienses consideraban a los espartanos unos tristes que no
sabían vivir la vida. No en vano, el adjetivo “espartano” ha quedado en el
imaginario popular como algo humilde y pobre, igual que “lacónico” es alguien
de pocas palabras.
En los discursos de la Grecia Clásica, te podías tumbar y seguir viendo al orador cómodamente, que se elevaba entre la multitud gracias a los pomposos cascos. Comportamientos similares se han identificado en guías turísticos de todo el mundo.