domingo, 28 de agosto de 2016

Atenas y Esparta: una historia de amor y odio



Atenas y Esparta. Enemigos naturales. Una enemistad como la del hermano pequeño y el hermano mayor, pero en la Grecia Clásica. El agua y el aceite. El perro y el gato. El pokémon tipo agua y el pokémon tipo fuego. La pizza y la piña…

Los atenienses habitaban el Ática, mientras que los espartanos vivían en Laconia, en la Península del Peloponeso. Los atenienses  habían cimentado una posición comercial y cultural  muy importante, con colonias por todo el Egeo, mientras que los espartanos habían conquistado el Peloponeso por la fuerza (porque eran espartanos).

La enemistad se fraguó con los años. Los dioses eran comunes, pero tenían formas de gobierno diferentes. No voy a decir que sus sociedades fueran “opuestas”, pero sí que diferenciaban en muchos aspectos culturales. Los espartanos consideraban a los atenienses como unos afeminados decadentes, mientras que los atenienses consideraban a los espartanos unos tristes que no sabían vivir la vida. No en vano, el adjetivo “espartano” ha quedado en el imaginario popular como algo humilde y pobre, igual que “lacónico” es alguien de pocas palabras.

En los discursos de la Grecia Clásica, te podías tumbar y seguir viendo al orador cómodamente, que se elevaba entre la multitud gracias a los pomposos cascos. Comportamientos similares se han identificado en guías turísticos de todo el mundo.

domingo, 21 de agosto de 2016

La Guerra Civil Española (el cómic)



Volvemos a las recomendaciones.

Aun a riesgo de resultar monotemático últimamente, hoy os voy a hablar de “La Guerra Civil”, el trabajo de Paul Preston trasladado al cómic de la mano de José Pablo García.

Primero, os debería introducir algo de Paul Preston, para que sepáis cómo va esto. El bueno de Paul es uno de los hispanistas más destacados en la actualidad. Es doctor en Historia por la Universidad de Oxford y catedrático de Historia Contemporánea española, que ahí es nada. Junto con Raymond Carr y Hugh Thomas son el triángulo de hispanistas especializados en el periodo de la Segunda República y la Guerra Civil. Como las Supernenas, pero con Franco.

Tanto las Supernenas Hispanistas como Julián Casanova (amiguete suyo, de aquí) son conocidos por criticar duramente al régimen franquista. Aunque se basan en estudios y en material documental, como todo buen historiador, han levantado no pocas polémicas con estudiosos de la historia más vintage. Con esto quiero decir que, si eres de esos que te gusta leer a Pío Moa y César Vidal, probablemente no te guste Paul Preston.

Paul Preston, poco antes de arrebatarles el Arca del Alianza a los nazis.

domingo, 14 de agosto de 2016

Desconocimiento y tergiversación Problemas de “hablar por hablar”



Un amigo me pasó el otro día un  artículo publicado en www.eldiario.es que, precisamente, hablaba de la recreación de la Guerra Civil que había tenido lugar en Fayón. Y, aunque ya hablé de lo que opino respecto a la recreación histórica, voy a decir unas cuantas palabras.

Empecé a leérmelo  y no tardé en decepcionarme. El título ya comienza con una palabra despectiva: teatrillo. La recreación histórica, más allá de la parte lúdica que todos vemos (la batalla, en este caso) tiene un gran proceso de investigación y de labor intelectual. Puede sonar raro, pero el índice de estudios (o inquietudes intelectuales en el caso de la gente mayor que no pudo acceder a estudios superiores en su momento) es sorprendentemente alto en las recreaciones.

El hecho de que lleves una camisa o unos pantalones determinados, significa que has estado indagando sobre la moda. Por ejemplo, ya que estamos con la Guerra Civil, no es lo mismo la moda de los años 1936 y 1937 que ya avanzada la guerra, en 1938 y 1939. Las telas son más bastas y las milicias han dejado paso a formaciones mucho más militarizadas (como el Ejército Popular). Para ello hay que investigar, bucear en la Historia para empaparse de la época en cuestión. Los buenos recreadores incluso adoptan la forma de hablar o la mentalidad para perfeccionar sus papeles, tanto de militares como de civiles.

Puede que se considere “Teatro”, con mayúscula, puesto que todo está coreografiado minuciosamente, pero en ningún caso debería calificarse como “teatrillo”: la dedicación de los recreadores y la minuciosidad de los detalles lo alejan de los trajes de carnaval y acercan este tipo de eventos más hacia el Séptimo Arte. El desembolso necesario para hacerse un traje  de época también hace que solo los más interesados y entregados se apunten a los eventos de recreación. Desde luego, no puedes hacerte una idea de lo mierda que pudo ser la Batalla del Ebro hasta que no tienes que asaltar una trinchera en alpargatas y a 42ºC, y eso que sabes que vas a tener agua fresca cuando la necesites y que tu vida no está en peligro.

Peligrosos recreadores romanos posan en las jornadas culturales de Bilbilis. La mayoría, los propios arqueólogos que excavan el yacimiento.

domingo, 7 de agosto de 2016

Hiroshima y Nagasaki



Tal día como ayer, pero en 1945, Japón recibía una dosis de democracia. Si bien esa dosis era de 16 kilotones y Japón se la tuvo que tomar por la fuerza.

Tenemos que situarnos en el final de la Segunda Guerra Mundial. Europa ya estaba más o menos pacificada. Berlín había capitulado en abril y en mayo lo había hecho Italia. El frente asiático, y concretamente Japón, seguía aguantando de manera terca pero consciente de que no podía continuar la guerra en solitario.

Pero Japón había cometido algunos excesos durante la ocupación de casi toda la Costa Pacífica. No había que derrotarlo, había que humillarlo y destrozarlo. Para que no volviera a dar mal al otro lado del charco y, sobre todo, que no volviera a pillar por sorpresa a Pearl Harbor. Toda precaución era poca para que no volvieran a hacer una película protagonizada por Ben Affleck.

A lo que íbamos. La Segunda Guerra Mundial estaba acabando y había que dar un puñetazo en la mesa de negociaciones, y Estados Unidos no se ha caracterizado nunca por negociar en desventaja. Además, los japoneses habían demostrado una resistencia fanática, prefiriendo la muerte a la derrota.

Hiroshima después de la bomba, El sueño húmedo de cualquier constructor español.