Buf, que locura de navidades. Y encima hasta febrero no
podré escribir una nueva entrada porque estoy con los trabajos hasta el cuello…
asi que mejor acabar con la Segunda República y dejar la Guerra Civil para
después del paréntesis en el que me evaluarán.
Bla bla -excusas por no actualizar- bla bla a mi dame la
entrada ya.
Allá vamos. Tocho largo.
Habíamos quedado en que la Segunda República llevaba un
camino parecido a la Primera. Incluso comunistas y anarquistas renegaban de
ella al considerarla una forma de perpetuar la burguesía bajo una capa de
maquillaje demócrata. Si, así de
radicales éramos los españoles de los años 30.
Ante una izquierda que estaba celebrando una competición de “a
ver quién era más revolucionario” llegó la derecha dando un golpe en la mesa y
pidiendo un carajillo sin café: en las elecciones de 1933 triunfaría la
Confederación Española de Derechas Autónomas. Además, esas elecciones serían
las primeras en las que votarían las mujeres, a las que luego todo izquierdista
de pro culparía sin dudar del triunfo de la derecha.
En otras palabras: mientras que la izquierda se presentó
dividida en partidos de “la república independiente de mi casa” la derecha se
presentó en bloque, que a veces no estaba demasiado unido, pero era un bloque.
El ambiente político español era totalmente diferente al de 1931, año de la
proclamación de la República.
Guardias de asalto a las puertas de la oficina de Correos de Zaragoza. Guardias de asalto. Se te llena la boca al pronunciarlo. Definitivamente, si alguna vez soy presidente de España, refundaré el cuerpo solo por su sonoridad.